LA RUEDA

Adiós a Mariscal y Campos, dos amigos

Henri Bouché

Henri Bouché

Acaban de dejarnos –al menos me han dejado a mí-- dos buenos amigos: el primero, Paco Mariscal, don Paco; el segundo, don Joaquín Campos, ambos ligados al mundo de la enseñanza. Con apenas dos días de diferencia se han marchado los dos.

Profesor de varias generaciones, castellonense ilustre, intelectual reconocido, enamorado de su ciudad y devoto de la Mare de Déu del Lledó, a la cual ha dedicado estudios antropológico-religiosos de excepción y referencia indudable, Campos fue un hombre sencillo e ilustre que colaboró activamente en actos diversos del santuario y de la Cofradía, como miembro de la Asociación de Barreros o asiduo en el 75º aniversario de la Coronación, entre otros temas.

Encuentro

Por su parte, la vida de Mariscal ha sido muy diversa. Yo lo conocí ya en su madurez, pero después él se marchó por esos mundos y un tupido velo se interpuso. Sin embargo, hace un par de meses, uno de los redactores jefe de Mediterráneo, José Beltrán, antiguo alumno suyo y amigo de ambos, organizó un encuentro. Yo, mientras tanto, mantenía contacto con ellos, pero por separado, si bien cada semana leía la columna del Riu Sec y estaba informado de las andanzas literarias del profesor.

Su vida, como alguno de sus escritos son –o al menos lo parece-- muy literarios, castizos y hasta poéticos. En busca de los vecinos de Riu Sec, sabemos muchas más cosas de lo que ocurre por los alrededores y por lo más lejano. Y es que vida y obra da para mucho. Una de las cosas más sorprendentes, prima facie, es el dominio del alemán en el ámbito también doméstico. Fue a Alemania y allí toda la familia acabó hablando esa lengua. Pura anécdota puede parecer, pero en realidad difícil de entender.

Su afán por la lengua y la cultura en general fue precoz. Y su saber enciclopédico asomaba en el primer contacto verbal. De mente lúcida y verbo preciso y cálido. Una recopilación de sus columnas sería realmente una obra de justicia y regocijo para quienes hemos seguido leyéndolas hasta que la parca frustró nuestros deseos.

Profesor