Una pareja de enfermeros de Castellón hace las 'Noruegas': "Nos llevan años de distancia"

Alejandro y Ana, de Burriana y Betxí, destacan las diferencias que encuentran a la hora de ejercer su oficio: "Aquí cobramos casi el triple y no tenemos más gastos que la comida"

Alejandro y Ana llevan idea de permanecer tres o cuatro años en Noruega para aprovechar las condiciones laborales más ventajosas del país escandinavo.

Alejandro y Ana llevan idea de permanecer tres o cuatro años en Noruega para aprovechar las condiciones laborales más ventajosas del país escandinavo.

Los sanitarios fueron una de las profesiones más aplaudidas durante la pandemia en la práctica totalidad del territorio nacional. Sin embargo, dos enfermeros castellonenses como Alejandro Dosdá Manzano, de Burriana, y Ana Nebot Gandía, de Betxí, consideran que su oficio no se valora como se merece tras haber ejercido la profesión en hospitales de Castellón, y escuchando su alegato lo cierto es que razones no les faltan. De hecho, tras hacer las maletas hace tres meses y emigrar a Noruega han comprobado las notables diferencias entre ambos países a la hora de trabajar como enfermeros.

En primer lugar, afirman, “en Noruega el sueldo es casi el triple que en España”. Por si fuera poco, “aquí nos pagan el piso, el transporte y tres vuelos al año, así que prácticamente solo nos gastamos en comida y caprichos como ir al gimnasio”. Seguimos encontrando diferencias según su testimonio: “En Castellón acabábamos agobiados todos los días por el ratio que existe de pacientes por enfermero, teníamos mucho trabajo y acabábamos sin ganas y con ansiedad. Aquí tenemos ocho o diez pacientes cada día, contamos con mejor material y nos tratan como a príncipes. No tiene nada que ver el estrés con el que trabajas en cada país”. 

La pareja de Burriana y Betxí aprovecha su tiempo de ocio para conocer el país de adopción, que se caracteriza por contra con una naturaleza apabullante.

La pareja de Burriana y Betxí aprovecha su tiempo de ocio para conocer el país de adopción, que se caracteriza por contra con una naturaleza apabullante.

Aseguran Alejandro y Ana que también les han sorprendido otros aspectos más allá de los meramente laborales: “Aquí por ejemplo casi todos los coches son eléctricos y nunca verás un papel o una colilla en el suelo. Son muy educados y culturalmente nos llevan años de distancia”. La pareja de castellonenses, que en la actualidad reside en la localidad de Steinkjer, en la comunidad de Trondelag, tuvo que aprender noruego antes de viajar al país escandinavo: “La mayoría sabe inglés, pero nos defendemos en noruego aunque hay muchos dialectos”.

La intención de los enfermeros es la de permanecer en el país de adopción “tres o cuatro años para ahorrar un poco y volver a España”, pues no ocultan que añoran la ‘terreta’: “Aquí no podemos hacer mucho ocio más allá de hacer rutas por la montaña, que para eso esto es un paraíso y siempre nos ha gustado, pero la gente no está acostumbrada a salir a tomar algo con los amigos, a las seis están cenando y a las ocho todos a la cama”.

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Otro de los terrenos francamente mejorables por parte de los noruegos es la alimentación: “Aquí ves restaurantes italianos, asiáticos o hamburgueserías, pero no hay ninguno de comida autóctona porque ves que comen cada cosa… Lo más típico de aquí igual es el Brunost, un queso marrón que comen sobre todo en el desayuno, y lógicamente el salmón y el bacalao”. Tampoco esperan un invierno templado en un país tan gélido: “Ahora ya tenemos sol todo el día menos dos horas y en invierno todo lo que no sea frío y nieve será raro”.

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