Karen, una castellonense especialista en derribar barreras: "El autismo no es una enfermedad; soy feliz en Escocia"

La joven de 25 años hizo las maletas en 2020 para emigrar en Aberdeen y ahora es “una figura pública en la ciudad; trabajo y soy cantante en un coro muy conocido en la zona”

Acostumbrada a superar todos los obstáculos que se le pongan por delante se siente adaptada a la ciudad de adopción, Aberdeen.

Acostumbrada a superar todos los obstáculos que se le pongan por delante se siente adaptada a la ciudad de adopción, Aberdeen. / MEDITERRÁNEO

Si nos propusieran salir de la zona de confort en nuestro Castelló natal para emprender una nueva aventura vital en Escocia más de uno pondríamos no pocos reparos, pero si además nuestro nivel de inglés fuera “justito” y tuviéramos diagnosticado un trastorno del espectro autista (TEA), muchos veríamos esos reparos como obstáculos insalvables. No es el caso de Karen Andrés, una joven de 25 años que en el año 2020 cogió las maletas y se marchó a Aberdeen.

La castellonense defiende que “el autismo no es una enfermedad”, y lo cierto es que atendiendo a todas las barreras que ha derribado hasta ahora –y las que le quedan-, no lo ha sido nunca. Después de concluir sus estudios de Bachillerato en el instituto Ribalta se volcó en una de sus pasiones, el teatro, y posteriormente estudió en la Escuela de Arte de la capital de la Plana. Hace tres años decidió dar un giro de 180 grados a su vida: “Sentí que necesitaba ver mundo y moverme de Castelló, y me apunté a una agencia de ‘au pair’, con la que conseguí trabajo como niñera en Aberdeen”.

Una vez en Escocia trabajó durante dos años con una familia india en una experiencia que valora como “muy positiva”, aunque no puede ocultar un pero: “Con la comida lo pasaba fatal. No es que les gustara el picante, es que era lo siguiente. Le ponían chili a todo; lo que más echaba y echo de menos de España es la comida”. Al margen de mejorar su nivel de inglés durante este tiempo destaca su conversión al cristianismo: “Ellos eran cristianos y después de convertirme a su fe me bauticé en una parroquia local”.

Es importante dar con un buen terapeuta para mejorar tus habilidades sociales. Con constancia, perseverancia y no tirar nunca la toalla todo se consigue

Sus siguientes pasos en Escocia fueron también de la mano de la religión: “Aunque estaba a gusto con ellos no me veía con 30 años en una casa que no era mía cuidando niños que no eran míos. Cambié de trabajo y conocí una parroquia nigeriana en la que conocí a mi pareja, Jerry, y donde encontré otro empleo”. En la actualidad la castellonense tiene su propio piso en el centro de la ciudad escocesa y trabaja en una empresa de cuidado a domicilio: “Me pagan bien –lo que es importante porque aquí es todo carísimo-, y es un empleo que me llena mucho porque estoy a cargo de personas mayores, enfermas o con alguna discapacidad”.

Karen Andrés se ha adaptado a la perfección a Aberdeen, ciudad a la que llegó hace tres años.

Karen Andrés se ha adaptado a la perfección a Aberdeen, ciudad a la que llegó hace tres años. / MEDITERRÁNEO

Volcada en su comunidad

Karen es una más dentro de su parroquia, donde se siente “una figura pública”. Y es que al margen de colaborar en labores administrativas es miembro del grupo de teatro y cantante del coro. “Hasta llegar a Escocia no conocía ese talento mío, pero estoy en el coro más famoso de la zona y nos suelen llamar de otras ciudades para actuar. Quién me ha visto y quién me ve”, bromea. “El amor con el que me han acogido es impresionante; caer en un grupo de personas como este que me acepta, ayuda y cuida es lo mejor que me ha podido pasar”.

Sobre la forma en la que ha podido superar su trastorno del espectro autista (TEA) para conseguir todos estos hitos contesta lo siguiente: “Mi grado de autismo es el más bajito y gracias a mis padres, a los psicólogos y a mi entorno lo he llevado muy bien. También me he tenido que esforzar y hay mucho trabajo detrás”. Considera Karen al respecto que “es importante dar con un buen terapeuta para mejorar tus habilidades sociales. Con constancia, perseverancia y no tirar nunca la toalla todo se consigue”.

Su pareja, Jerry, es nigeriano y se conocieron en la parroquia a la que van juntos. Habla un dialecto del inglés, el pidgin nigeriano, que está aprendiendo Karen al igual que él aprende español.

Su pareja, Jerry, es nigeriano y se conocieron en la parroquia a la que van juntos. Habla un dialecto del inglés, el pidgin nigeriano, que está aprendiendo Karen al igual que él aprende español. / MEDITERRÁNEO

Quiere por último Karen lanzar un mensaje a las personas diagnosticadas de autismo como ella y a sus padres: “Tienen que saber que si siguen luchando para que sus hijos mejoren podrán llegar a ser una persona como yo, que ha hecho siempre lo que ha querido cuando ha querido, pero deben darles las herramientas para que se sientas seguros y animarlos siempre”.  

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