Historia de una contienda fraticida

Aeródromos de Castellón: La importancia de la guerra en el aire

La aviación tuvo un papel primordial en la guerra civil del 36, hasta tal punto que los dos bandos enfrentados se afanaron en construir campos

En la imagen, el día que fue inaugurado el restaurado aeródromo de Vilafamés, que se puede visitar.

En la imagen, el día que fue inaugurado el restaurado aeródromo de Vilafamés, que se puede visitar. / Mediterráneo

Nel·lo Navarro | Ángel Font

La guerra civil española desencadenada tras el fracaso del golpe de estado contra la II República Española del 17 y 18 de julio de 1936 dejó patente en sus primeros compases que la aviación iba a jugar un papel decisivo y los dos bandos redoblaron esfuerzos en construir aeródromos. 

La provincia de Castelló, en zona leal al gobierno, no fue ajena a esta situación. La aviación republicana dispuso de al menos 11 campos, cinco de ellos plenamente operativos. 

Al estallar la guerra había dos campos civiles. El Aeropuerto Nacional de Castellón, al norte del Grau en la zona de La Mota y un campo privado que estaba en Almenara y pertenecía a la empresa Agrícola Conservera Trigo y Carballo S.L. El de Castelló, con una pista de 1.065 m de longitud fue rápidamente ocupado por la aviación republicana.

Pero un solo campo no era suficiente frente a la escalada bélica y pronto comenzaron a construirse otros en las localidades de Catí, Càlig, Alcalà de Xivert, Vistabella, Vilafamés, Orpesa, Betxí, Barracas y El Toro

Algunos de ellos nunca se terminaron, pero otros jugaron un importante papel en la guerra.

Mapa de aeródormos en la provincia de Castellón durante la guerra civil

Mapa de aeródormos en la provincia de Castellón durante la guerra civil / Mediterráneo

Los campos

El campo ubicado en Vistabella estuvo operativo en el verano de 1937 en la zona del Pla. Tenía dos pistas en forma de 'T' de 1100 y 1200 metros y se utilizó durante la batalla de Teruel en el invierno de 1937-38. Actualmente, se conservan la masía que sirvió de puesto de mando, un refugio y otros elementos defensivos.

El de Vilafamés, junto a la carretera de La Vall d’Alba, se estrenó en agosto de 1937. Tenía dos pistas en forma de 'L' de 1.050 y 1.200 metros. En el invierno de 1938 se instalaron escuadrillas de aviones de caza Polikarpov I-15 Chatos y Polikarpov I-16 Moscas de fabricación soviética. La silueta a tamaño real de un Chato se encuentra actualmente instalada en el antiguo emplazamiento del campo. Aquel mismo invierno llegaron también los bombarderos rusos Tupolev SB-2 Katiuskas, de la 3ª escuadrilla del grupo 24 de bombardeo. Desde el campo de Vilafamés se efectuaron importantes misiones contra objetivos enemigos por la zona de levante, incluidas las Baleares. Jugó un importante papel para la aviación republicana durante la Batalla de Teruel y las ofensivas franquistas de Aragón y Levante.

En el Alto Palancia se encontraban los de Barracas y El Toro. El primero en construirse fue el de Barracas, junto a la N-234, a finales de 1936. El de El Toro estuvo operativo el verano de 1937. Albergaron aviones de caza, registrándose en el de Barracas concentraciones de hasta 60 Chatos. Jugaron un importante papel en la Batalla de Teruel y la ofensiva franquista de Levante.  

Cambio de bando

El 15 de abril de 1938 los franquistas llegaron al Mediterráneo por Vinaròs y partieron en dos el territorio republicano. Días después comenzaron la Ofensiva de Levante en dirección a València por el Maestrazgo y el litoral castellonense. A medida que se retiraban, los republicanos fueron abandonando sus campos. El 12 de mayo de 1938 evacuaron el de Vistabella que fue ocupado por sus adversarios. Actualmente, junto a la masía del puesto de mando se conserva grabada en el cemento del suelo una cruz en forma de aspa, la Cruz de San Andrés que, pintada en el timón de cola, identificaba a los aviones franquistas. 

Otro de los campos reutilizados por la aviación rebelde fue el de Vilafamés. Tras abandonarlo la aviación republicana se instalaron allí, en el verano de 1938, las escuadrillas 1ª y 2ª del grupo J/88 de la Legión Cóndor con cazas Messerschmitt BF 109. 

El aeródromo de Castelló de la Plana tuvo la misma suerte, siendo abandonado por sus ocupantes semanas antes de la caída de la capital el 14 de julio de 1938. Los de El Toro y Barracas fueron evacuados el 21 de marzo de 1938 ante la proximidad del frente y se utilizaron únicamente en caso de emergencia. 

Los aeródromos castellonenses y sus días de gloria, a excepción del que está en la zona del Pinar del Grao de Castelló, acabaron con el final de la guerra en 1939. Los terrenos ocupados para su construcción fueron devueltos a sus propietarios y poco a poco recuperaron su carácter agrícola. 

En la actualidad, el campo de Vilafamés es un reclamo turístico. Se ha transformado en un museo al aire libre donde los visitantes pueden conocer espacios restaurados como la antigua torre de telecomunicaciones, el refugio antiaéreo, un polvorín o los perfiles de un piloto y un Polikarpov Y-15 Chato a escala real.

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