CENTENARIO DE LA CORONACIÓN DE LA MARE DE DÉU DEL LLEDÓ

Altares perdidos de la Basílica del Lledó

La primera obra conocida del pintor Vicent Guilló Barceló, nacido en Vinaròs en 1647, fue un lienzo para el santuario del Lledó. Sus creaciones, de factura claramente barroca, destacan por la calidad del dibujo

Retablo mayor del santuario del Lledó, construido en 1766. Foto: Arxiu Mas (Barcelona). Y 'San José', de Vicent Guilló, de la Arciprestal de Vinaròs, destruido en 1936.

Retablo mayor del santuario del Lledó, construido en 1766. Foto: Arxiu Mas (Barcelona). Y 'San José', de Vicent Guilló, de la Arciprestal de Vinaròs, destruido en 1936. / MEDITERRÁNEO

Patricia Mir

En el siglo XVIII, entre 1724 y 1768, la basílica del Lledó realizó su gran cambio para adquirir su actual configuración, que lo convierte en el mayor santuario rural valenciano. El altar mayor que hoy contemplamos sustituye a otro desaparecido en la Guerra Civil, como tanto de nuestro patrimonio religioso. Justo arriba de la patrona el antiguo altar mostraba una obra dedicada precisamente a la coronación de la Virgen. ¿Lo sabías? ¿Conoces a su autor? Sigue leyendo…

En tierras vinarocenses nació en el siglo XVII una familia de pintores que trabajó por toda nuestra actual provincia y que se conoce con el nombre de Guilló. Estos artistas han sido poco y mal estudiados, pues se ha perdido gran parte de su producción. De sus pinturas se ha dicho que son de limitada calidad, pero de gran atractivo técnico, por el conocimiento de las perspectivas fingidas y las arquitecturas ilusorias. Efectivamente se trata de una saga con una calidad muy desigual. El mayor de ellos, Vicent, fue sin duda el más interesante, y es, además, el autor de la obra que nos ocupa.

A Vicent Guilló Barceló, el primer artista de esta familia, nacido en Vinaròs en 1647, se le considera pintor, dorador y grabador. De él se dice que fue un pintor discreto y notable, de gran laboriosidad y conciencia artística. Su fama era reconocida en nuestro ámbito en la segunda mitad del siglo XVII. Su primera obra conocida data de 1671, cuando contaba ya 24 años. Sabemos que Vicent trabajó en la ciudad de Castelló, concretamente para el santuario de Santa María del Lledó, que se encontraba entonces en una época febril de obras.

En el año 1674 los jurados de la ciudad de Castelló contrataron a Pere Ebrí, escultor de Alcalà de Xivert, para realizar el nuevo altar según el estilo barroco. Este altar tenía que sustituir al antiguo retablo dedicado a los Siete Gozos, que fue subastado y vendido al mejor postor durante el año 1677. La junta de fábrica que contrató a Ebrí le exigió que lo labrase, según comenta Sánchez Gozalbo, «conforme es pràctica en Madrid» es decir, según el modelo que había puesto de moda Churriguera. El retablo en cuestión estaba formado por columnas salomónicas y estípites, dos cuerpos y banco separados por arquitrabes, frisos y cornisas adornados de hojarasca. Ebrí construiría otros retablos similares en Castelló, Albocàsser o Ares.

Durante 1678 se colocó en el retablo un lienzo bocaporte del valenciano Llucià Salvador, sobre la hornacina de la Virgen. El retablo fue dorado y pintado por el pintor castellonense Francesc Mercer, encargo hecho en febrero de 1685. Mercer fue el mismo que hizo los tres frontales para el altar mayor del santuario.

El lienzo de la Coronación

En ese mismo año se encargó al pintor vinarocense Vicent Guilló que pintase un lienzo bocaporte para el retablo con el tema de la Coronación de la Virgen. Lo que no está tan documentado es si Vicent pintó el cuadro poco después de 1685 o algunos años más tarde.

Por fortuna, conservamos una fotografía en blanco y negro de archivo de este retablo, antes de que se destruyera en la Guerra Civil del 36, donde se aprecia el lienzo de Vicent Guilló en la parte superior. La forma de tratar el tema es muy tradicional. A la derecha y de pie, el Dios Padre, barbado y vestido con amplias vestiduras. En el centro, la Virgen, vestida también con amplias vestiduras y arrodillada en actitud de sumisión a los deseos divinos. A la izquierda, Cristo, de pie y con una cruz en la mano izquierda. Tanto el Padre como el Hijo, sostienen una corona sobre la cabeza de la Virgen. El fondo, aunque no se aprecia muy bien, es bastante neutro. No distinguimos ninguna arquitectura ni tampoco vegetación o referencias paisajísticas. El colorido y la definición de los rostros sería probablemente lo más interesante del cuadro, pero de esto ya no podemos hablar pues solo conservamos la imagen en blanco y negro.

En el inventario del santuario del Lledó de 1692 es muy probable que ya hubiese sido colocado. Decimos muy probable, porque el inventario cita únicamente «huit quadros de differents himatjes collocats cascu en son puesto dins la dita capilla». Al decir «la dita capilla» se refiere al altar mayor. No será hasta 1747 cuando aparezca por fin detallado, en un inventario donde constan los ocho cuadros antes nombrados.

‘San José’, de Vicent Guilló

Para hacernos una idea del talento de Vicent Guilló vamos a citar otra obra de la que también conservamos una imagen. Fue el vinarocense Ramón Redó quien, consultando la revista San Sebastián, publicada en Vinaròs a principios del siglo XX, encontró una referencia de Vicent Guilló. Según la revista del 18 de marzo de 1917, limpiando el altar de San José de la arciprestal de Vinaròs apareció, detrás del altar, un lienzo que representaba a San José y que atribuyeron a Vicent Guilló. Tenemos la gran suerte de que en esta revista aparece una fotografía publicada del lienzo. También sabemos que este cuadro estuvo hecho a expensas del Gremi de fusters i de mestres de ribera o mestres d’aixa de Vinaròs, lo que ignoramos es la fecha de su realización. Como el resto de lienzos de la parroquia, no sobrevivió a la guerra del 36.

Gracias a la fotografía conservada, hemos podido confirmar la autoría del lienzo. Efectivamente, el lienzo encontrado en el altar de San José es, sin ningún genero de dudas, obra de Vicent Guilló. Aunque la fotografía es en blanco y negro y no se pueden apreciar los matices de color, tan propios de Vicent, lo cierto es que la calidad del dibujo no deja lugar a dudas. La escena representa a San José, con la iconografía tradicional, un hombre de unos 40 años, con la vara florecida, símbolo que alude a su victoria sobre los otros pretendientes de la Virgen, transformada en tallo de lirio, que alude al matrimonio virginal. En sus brazos sostiene al Niño Jesús, que le acaricia cariñosamente la barba. Sobre ellos, un coro de cabecitas de ángeles que tanto gustan a nuestro pintor.

Más recientemente apareció un lienzo -esta vez sí conservado- firmado por Guilló, procedente del convento de franciscanos de Teruel. La escena representa la Muerte de San Francisco de Asís con la iconografía propia y de factura barroca. Así, al menos, el lector podrá hacerse una idea de cómo pudo ser esta imagen de un pintor que en estas fechas cobra especial significación.