UN REFERENTE NACIONAL, EN CASTELLÓN
El 'CSI' de los incendios es del Seprona y está en Segorbe
Un equipo de cuatro agentes com más de 20 años de experiencia se dedican a «descubrir la verdad» como principal herramienta para la prevención
La provincia de Castellón cuenta con un servicio de investigación de incendios que es referente nacional por experiencia, conocimientos y esclarecimiento de casos. Está en Segorbe, en el cuartel de la Guardia Civil, y lo integran los cuatro agentes del Seprona que operan en el área comprendida desde Segorbe a Barracas y Villahermosa del Río, a los pies del Penyagolosa.
Los casos recientes más mediáticos en los que han participado han sido los de Villanueva de Viver y Bejís, aunque sus intervenciones son prácticamente diarias, con resultados que suelen pasar desapercibidos porque «no aparecen en las estadísticas», aunque sean trascendentales en las labores de prevención.
A eso se dedican cada día, según exponen. «La prevención es una de las partes más importantes de nuestro trabajo», porque evitar que se produzca un incendio al atajar las amenazas e identificar las causas de los que se declaran, es su principal cometido.
El teniente Ángel Avilés Mariblanca, jefe de la Unidad de Protección de la Naturaleza (Uprona) de la Comandancia de la Guardia Civil de Castellón, de quien depende el equipo de Segorbe, incide en que los agentes han logrado su prestigio profesional por el número de esclarecimientos --con un porcentaje superior al 95%--, y porque no se han conformado con la formación básica que se le exige a cualquier Guardia Civil del Seprona. De forma voluntaria, han ampliado sus conocimientos, hasta el punto de que uno de sus integrantes pertenece a las brigadas del FAST (Forest Fires Assessment and Advisory Team) del Mecanismo Europeo de Protección Civil (UCPM), a través de las cuales ofrecen formación sobre investigación de incendios internacionalmente.
De los cuatro, el que menos experiencia tiene en la investigación lleva más de 20 años asumiendo estas tareas, que no son exclusivas, dado que sus competencias son mucho más amplias y abarcan todo lo que tenga que ver con la protección del medio ambiente.
La complejidad de su labor estriba en los múltiples factores que contribuyen a que se produzca un incendio y en el hecho de que la provincia de Castellón, como recuerdan, es la segunda más montañosa de España. En concreto, en su ámbito de actuación, «todo está a menos de 500 metros de zona forestal», por lo que las alertas siempre están activadas. Su misión principal es «descubrir la verdad» detrás del fuego y contribuir a concienciar a la ciudadanía de que en un instante y por muy poco puede provocarse una tragedia.
Conatos vs incendios forestales
Indican que, por fortuna, el sistema de respuesta ante los incendios que existe en la Comunitat Valenciana logra que la mayor parte de los fuegos detectados queden en conatos (por mínima extensión de terreno afectada), pero el reto es tratar de evitar los más grandes, sea cual sea su origen. Las estadísticas dicen que la mayoría, en este territorio, se producen por negligencias o caídas de rayos.
Y si de negligencias hay que hablar, aseguran que la mayoría, por no decir todas, se producen por un exceso de confianza. La frase más habitual que escuchan cuando acuden a alguna incidencia es la de un agricultor haciendo una quema agrícola o un vecino con una pequeña hoguera o brasas, que aseguran haberlo hecho muchas veces sin que pase nada. Remarcan que la experiencia habla por sí sola y por eso «es necesario que se conozca la verdad detrás de los incendios», insisten.
Un fuego latente tres días
Un buen ejemplo de las consecuencias de las imprudencias —que acaban convirtiéndose en delitos con importantes sanciones e incluso condenas dependiendo de la gravedad del incendio— se produjo hace algunas semanas en el término municipal de Pina de Montalgrao. Según relatan, un agricultor de edad avanzada había talado unas carrascas y había realizado quemas autorizadas. El problema es que las efectuó junto a un ribazo. Al esclarecer las causas del incendio que provocó su quema, aseguró que la había realizado tres días antes.
La investigación desarrollada por los agentes del Seprona permitió esclarecer que el fuego había permanecido latente bajo las piedras del ribazo durante tres jornadas. Alcanzó una temperatura tan alta que las rocas se deshacían al tacto, como pudo comprobar Mediterráneo. «Al tercer día, se giró un viento muy concreto que entró por el valle, activó las llamas e inició el incendio». La afección forestal fue inmediata. También se produjeron daños en una parcela privada colindante. En resumen, el mensaje forma parte de la cultura popular: lo que no pasa en 100 años, pasa en un segundo.
Modus operandi
Para cualquier profano en la materia, llegar al escenario de un incendio, desde el más pequeño al más grave, supone ver una zona quemada sin un principio o fin demasiado claros. Para estos agentes, que investigan cientos de fuegos cada año, las pruebas suelen presentarse con solo entender el comportamiento de las llamas.
Explican que su procedimiento habitual consiste en repartirse por la zona afectada, por separado. Cada uno llega a sus propias conclusiones y después las ponen en común. Es la mejor manera de encontrar los defectos o las imprecisiones de sus valoraciones y alcanzar un resultado más preciso. A veces el perímetro es de unos pocos metros. Otras se trata de muchas hectáreas.
Confirmar que ha sido un rayo caído entre decenas, cientos de árboles, por regla habitual, en parajes de difícil acceso, requiere de amplios conocimientos sobre el terreno y de un paciente y concienzudo trabajo de campo. «Al final, siempre lo encontramos».
En materia de incendios, solo la Guardia Civil tiene atribuidas funciones de policía judicial, lo que supone que suyas son las competencias y gestiones desde que se detecta y denuncia el fuego, hasta que se investiga, se identifica a los responsables, se les detiene —si se da el caso— y se ponen a disposición de un juzgado.
Con fuego, no hay días libres
El teniente Ángel Avilés destaca de los integrantes de este equipo que su sensibilidad por las cuestiones medioambientales no solo les han llevado a mejorar su preparación, sino también a estar dispuestos a responder a las urgencias de los grandes incidentes, sin tener en cuenta vacaciones ni días libres. Así fue en Bejís, en Villanueva de Viver, y en tantos otros fuegos forestales desde que en 1998 se creó la patrulla del Seprona.
Este equipo de agentes acuden a la zona del incendio y, como en cualquier otra investigación, interrogan a testigos, buscan pruebas... Aunque por encima de todo, dicen, «somos Guardia Civiles, si hay una emergencia que afecta a los ciudadanos, priorizamos su seguridad». En el incendio de Villanueva de Viver no comenzó la investigación hasta que la población de los municipios más amenazados estuvo evacuada.
El abandono de los campos de cultivo en zonas del interior de la provincia de Castellón está convirtiendo en peligrosos polvorines los montes
A sus ojos, el comportamiento del fuego no ha cambiado. Lo que sí que ha experimentado una evolución exponencial son los medios a su disposición. Las nuevas tecnologías han facilitado mucho su trabajo, con el uso de sistemas como el GPS, drones, los móviles y sus prestaciones, etc. También advierten de una transformación preocupante: el abandono de los campos de cultivo en zonas del interior de la provincia de Castellón está convirtiendo en peligrosos polvorines los montes. Esa combinación de factores deben abordarse en las políticas de prevención, porque determinan la evolución de los incendios.
En conclusión, la información es poder y el compromiso del equipo de investigación de incendios del Seprona de Segorbe, como remarcan, es descubrir y dar a conocer por qué se producen los incendios para tener más armas a la hora de evitarlos y hacerles frente, en el caso de producirse.
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