El HISTÓRICO saqueo de Marsella y sus vinculaciones con Castellón

Unas cadenas históricas que pertenecieron a Nules

En noviembre se conmemoró el 600º aniversario de un hecho crucial en territorio francés, estrechamente vinculado con la provincia

Las conocidas cadenas del puerto de Marsella se exponen en la actualidad en la catedral de València.

Las conocidas cadenas del puerto de Marsella se exponen en la actualidad en la catedral de València. / Mediterráneo

¿Qué importancia podrían tener unas simples cadenas, un objeto tan mundano, en el relato histórico de un pueblo? Como reconoce el cronista oficial de la Vila de Nules, Joan Gavara, puede que este tipo de elementos, hoy en día, «no signifiquen nada o muy poco para mucha gente». Aunque como investigador reivindica que «hay que tener en cuenta que los elementos históricos y, sobre todo, la memoria visual son fundamentales para poder tener un arraigo real». La conmemoración de una efeméride en ese contexto es la que motiva este reportaje que, como ya se ha apuntado, protagonizan unas cadenas.

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Grábalo en la memoria

El pasado está repleto de episodios de los que, en perspectiva y con una visión del siglo XXI y su supuesta evolución en cuanto a las relaciones entre países civilizados, nadie debería enorgullecerse. La violencia, las luchas de poder, el afán de conquista, de expansión, de dominio y el uso de la fuerza para conseguir cualquiera de esos propósitos no son virtudes precisamente loables, aunque han caracterizado el comportamiento humano y siguen haciéndolo hoy en día. Ejemplos los hay de sobras. Quizás han evolucionado las formas, poco parecen haberlo hecho las motivaciones.

Corría el año 1423. La Corona de Aragón, como relata Joan Gavara en un audiovisual editado por el Ayuntamiento de Nules con la colaboración de la agencia Grábalo en la memoria, estaba en pleno proceso de expansión territorial y ansiaba hacerse con Nápoles, por entonces gobernada por la reina Juana II. Mujer sin descendencia, ante el riesgo de ser derrotada por cualquier de sus enemigos, le planteó a Alfonso el Magnánimo una alianza. Le propuso, recuerda Gavara, adoptarlo para que se convirtiera en el legítimo heredero de la corona napolitana. En el otro bando, los Anjou pretendían y lucharían por el mismo privilegio.

Cosas de las intrigas que siempre generan los anhelos de dominio, cuando los barcos del Magnánimo ya estaban frente a Nápoles, Juana cambió de opinión y se alineó con los Anjou. El rey aragonés se supo derrotado y decidió emprender el regreso haciendo un particular alto en Marsella, en manos de un condottieri, Francesco Sforza, contra quien ya se enfrentó por Nápoles cuando la reina Juana todavía no le había retirado su apoyo por temor a perder el trono. En su retirada de la ciudad italiana, la flota de la Corona de Aragón, por órdenes del monarca, asedió y saqueó Marsella durante tres días, entre el 20 y el 23 de noviembre de aquel año. Hace justo ahora seis siglos de esos hechos, aquí, claro está, simplificados.

La relación con Nules

¿Y qué tiene que ver Nules con aquel, fatídico para los marselleses, saqueo? Pues que quien estaba al frente de una de las galeras que tomaron la ciudad, en concreto la que rompió las cadenas que flanqueaban el puerto, fue Bernat de Centelles, señor de Nules.

El presidente de la sociedad filatélica, Ricardo Yáñez, con la postal editada.

El presidente de la sociedad filatélica, Ricardo Yáñez, con la postal editada. / Mediterráneo

Del asalto, Alfonso el Magnánimo y sus hombres se llevaron varios trofeos cargados de simbolismo, de la humillación para los marselleses y de poder para los vencedores: una reliquia de San Luis de Anjou, «la mayor afrenta posible», incide Joan Gavara; una imagen de la patrona de Marsella, Santa María Magdalena, y las cadenas de su puerto. Bernat de Centelles, explica el cronista, se quedó con uno de sus tramos.

Existen dos constancias históricas que probarían que el noble nulense conservó ese premio por los servicios prestados. Por una parte, en el Archivo de la Nobleza de Toledo preservan un escudo heráldico de Pere Centelles al que le incorporó la cadena (como se puede comprobar en la imagen).

Documentación histórica acreditaría que en el portal de Valencia de la muralla de Nules estuvieron las cadenas.

Documentación histórica acreditaría que en el portal de Valencia de la muralla de Nules estuvieron las cadenas. / Mediterráneo

Gavara expone que existe una única referencia escrita por Bernat Catalá de Valleriola, autor de la que está considerada como la primera gran muestra de dietario moderno de la literatura catalana. Describe la muralla de Nules «y hace una mención específica a las cadenas». Estaban en el conocido como Portal de Valencia, en la actual intersección entre las calles Mayor, San Jaime y San Ramón.

Allí estuvo aquel testimonio de victoria hasta... no se sabe cuándo. Así lo constata Gavara. «Qué pasó con la cadena cuando se derribó la muralla, no lo sabemos». De lo que sí existe constancia es de que «en el siglo XVIII ya estaban en la Capilla Mayor de la catedral de Valencia, hasta la reforma neoclásica de la Seu, cuando se trasladaron a la Capilla del Santo Cáliz, el Aula Capitular», donde siguen hoy en día. Afirma el Cronista de la Vila que, de los dos fragmentos de quince metros cada uno que lucen en la catedral «se supone que uno es el de Nules».

¿Por qué recordar?

Con motivo del 600 aniversario de aquellos hechos históricos, el Ayuntamiento, en colaboración con la Sociedad Filatélica de la localidad, ha editado unas postales conmemorativas, con protagonismo indudable de la cadena. También se ha editado el mencionado vídeo que, para el concejal Guillermo Latorre, «es patrimonio de todos, para que conozcamos el papel que jugó nuestro municipio en una época muy concreta».

Solo es una cadena, vale. Pueden considerarse unos hechos luctuosos, sin duda lo es el asedio hasta la destrucción de una ciudad, pero así fue como sucedió y estableció las bases de lo que acontecería después. Como incide Joan Gavara, «es importante mantener la cohesión histórica, saber cuáles son nuestras raíces» y parte de ese compromiso con el pasado que marcó el devenir de la población entonces, es el que lleva a recordar y documentar «que un tramo de esas cadenas estuvo en Nules».

Nules, un pueblo con un peso histórico más que acreditado. 

Bernat de Centelles originó la actual devoción de Moncofa

Alfonso El Magnánimo, rey de la Corona de Aragón, se llevó tres trofeos de su triunfal saqueo a la ciudad de Marsella. Una reliquia de San Luis de Anjou, las cadenas del puerto de la ciudad gala y una imagen de mármol de Santa María Magdalena. Aquel fue el inicio de la fervorosa devoción que Moncofa profesa por su patrona seis siglos después.

El papel del señor de Nules, Bernat de Centelles, fue determinante en ese primer paso. En su regreso a Valencia tras participar en el asalto marsellés, dejó esa imagen en una torre vigia del mar de Moncofa, donde se construiría la actual ermita. El emblemático desembarco coincide con ese momento histórico.

La autora del mural, sus ayudantes, el alcalde de Moncofa y el párroco.

La autora del mural, sus ayudantes, el alcalde de Moncofa y el párroco. / Miguel Ángel Sánchez

Ya se sabe y Mediterráneo lo contó, que la localidad celebró con gran solemnidad este verano esa conmemoración, aunque quedaba por completar una intervención artística que refiere la llegada de Santa María Magdalena: el gran mural desarrollado por la artista de Moncofa Gabriela Alemany en el lateral norte del templo. En su ejecución ha contado con la ayuda de Evaristo Millán y Vicente Alemany.

Confiesa la artista que «durante todo el verano, el proyecto me supuso no pocos interrogantes de índole extra pictórica, dada la naturaleza singular y significativa del templo». A pesar de esas dudas, asumió el reto dándole su particular visión de aquel acontecimiento, para lo que se centró en el hecho «de naturaleza emocional de la recepción que ofrecen las gentes de Moncofa al desembarco, nuestra fiesta grande, con la llegada no de una escultura, sino de la misma Santa María Magdalena».

El alcalde, Wences Alós, detalla ante el mural ya finalizado que se trata de una obra artística de seis metros de altura «que pone en valor el acto del desembarco que celebramos cada verano».

El párroco de Moncofa, Francisco Francés, añade por su parte que «es una verdadera obra de arte y un trabajo digno de ser reconocido».

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