Las cuarenta

De libros y custodios en el CD Castellón

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

Pasado el primer brote de exacerbada --por inusual-- euforia ante la victoria a domicilio contra el supercolista de turno, y lejos de consolarme con el nuevo tropiezo del Eldense, acabé el domingo tan soliviantado y arisco como el anterior, el otro y el de más allá, preguntándome porqué no se pudo haber reaccionado unas jornadas atrás, en intensidad y en apuesta táctica, para mantener las opciones de alcanzar ese ascenso directo que ahora patrimonializa el Amorebieta y nos relega a una liguilla que parece más un castigo que un premio, dada la entidad de los rivales y el estado físico y mental en que llegamos a la cita.

El cabreo liberado vino a ser el mismo que me despertó no ha tanto el comunicado del presidente del Castellón, que pretendía poner en valor una gestión económica y social notable, pero no tanto en lo deportivo a tenor de las quejas de la afición, que ya se sabe tiene más prisa que los propios administradores, que en su día se fijaron dos años de plazo para salir del pozo de esta tercera división ordinal que, eufemísticamente, se ha dado en llamar Primera Federación.

Ya dejé dicho que me parecía muy bien que Haralabos Voulgaris descubriera al fin el verdadero estado en que se encontró el club, aunque su intención era escapar de la crítica de la afición y el mío desnudar la gestión de Vicente Montesinos. En esa misma línea, la de la transparencia y, sobre todo, no dejar que medren las medias verdades que todavía escampan sus infiltrados en su voraz y permanente campaña política, no estaría de más que se hiciera público por qué se ha retrasado tanto la presentación del libro que pomposamente se ha venido en llamar del Centenario, como si fuera el único, la biblia albinegra. Si fue opaco recurrir a un amiguete de Valencia para coordinar a los colegas escogidos en la confección literaria, más sospechosas son las excusas ofrecidas para tan penoso aplazamiento. Y la pregunta no debiera ofender, habida cuenta el año de demora que llevamos en la edición.

Mientras, hasta el Ayuntamiento ha editado el suyo. No es un sustitutivo y mucho menos un sucedáneo: es distinto. Porque va más allá del fútbol, apela a la identidad y al orgullo. Los autores de este trabajo cuya lectura es un placer son Jaume Garcia y Ferran Andrés, un gozo que aún anima más a preguntar por ese libro oficialísimo que parece olvidado hasta por sus patrocinadores, y ya tiene gracia que solo me interese yo. 

Y ya puestos, preguntar también cuánto dinero pagaron las instituciones públicas por el mismo, no sea el caso que en estos largos meses se haya distraído algún plazo por tan sinuosa dilación. Tal vez pudiera ser motivo para otro comunicado de quien firma como custodio del Castellón ya que ese ha sido el modelo elegido para dirigirse a accionistas, abonados y prensa, dado que una entrevista suena tan utópica como el ascenso.

POST SCRIPTUM. El custodio es el presidente de siempre porque, en puridad, ese calificativo, el de tutor y guardián de la esencia albinegra, no se compra ni se vende con las acciones --faltaría más--, y valga que cada quisque pueda nombrar el suyo propio, pero yo lo tengo clarísimo y reservo ese título honorífico para quienes han trabajado por el club sin ningún interés ni ayuda, sin hacer política barata ni buscar fotos, con el único fin de defender al club. Y, sea cual fuere el orden de méritos establecido, no hay nadie que haya hecho lo que Sentimiento Albinegro. Por eso mismo, sigo preguntando al cielo --y no me oyó--, cuándo va a unirse este consejo a su causa judicial. Ítem más, cuándo va a solicitar Bob una reunión con estos accionistas minoritarios para conocer de primera mano sus inquietudes, su irreprochable condición y su incesante actividad en favor del CD Castellón.