Elecciones generales

Feijóo, prisionero de Abascal

A efectos de investidura, el PP ha dejado de existir. Ahora se llama PP/Vox, con lo que da un poco más de miedo. Solo UPN y Coalición Canaria se atreverían a emparentar con esta fusión de siglas.

El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno de España, Alberto Núñez Feijóo.

El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno de España, Alberto Núñez Feijóo. / EP

Matías Vallés

Las elecciones no son justas, pero son exactas, la traducción numérica de un estado de ánimo cocinado durante años y volcado en un exabrupto dominical. El PP de Núñez Feijóo buscaba el 23J su famosa "mayoría suficiente", unos resultados tan exultantes que sería injusto privar de la investidura al candidato popular de La Moncloa. En honor del político gallego, había conseguido que todos los sondeos de la prensa de derechas le garantizaran un mínimo de 150 diputados, con los cuales una elemental regla de urbanidad obligaba a pavimentarle su autopista a los cielos.

Sin embargo, Tezanos no es el único fabulista de la sociología pseudonumérica. O Feijóo se ha desfondado en la última semana, una hipótesis que abrazarán los hechiceros de los estudios de opinión, o nunca fue gran cosa. El heroico kamikaze Zapatero se burlaba en sus últimos mitines de que "el PP es el único partido capaz de decir que ha ganado un debate sin presentarse". Enhorabuena, por supuesto, a quienes alabaron como una muestra de coraje la cobardía de rehuir la confrontación de las políticas, a cargo además de un aspirante que ni siquiera había consolidado su triunfo.

De 150 en adelante, Feijóo podía refugiarse en que es un centrista obligado por las circunstancias a llevar a cabo una política ultraconservadora, despertando la conmiseración y la posterior abstención para encaramarse a los muros de La Moncloa. Por desgracia, esta condición de simpático postulante periclita por debajo de 140 escaños.

A efectos de investidura, el PP ha dejado de existir. Ahora se llama PP/Vox, con lo que da un poco más de miedo. Solo UPN y Coalición Canaria se atreverían a emparentar con esta fusión de siglas. La adaptación al siglo XXI del gran éxito "Pujol, enano, habla castellano" ya limitaba notablemente la capacidad de maniobra del expresidente bilingüe gallego. 

Con Abascal colgado del brazo o del cuello, queda descartada incluso una diplomática evasiva de catalanes o vascos. El dúo de teóricos ganadores se ha esmerado para no recibir ningún apoyo exterior.

Cuidado, que Feijóo no está en condiciones de pasar factura a los nacionalistas. Entre otras cosas, porque ha dejado de existir como un personaje con voluntad propia. A estas horas, es ante todo un prisionero de Abascal. Sin su futuro vicepresidente, no puede dar un paso. La mera pretensión de que le apoye gratuitamente Vox, en tránsito hacia la extinción de Ciudadanos, solo puede provocar una carcajada.

En número de escaños, y aplicando el criterio de Zapatero, lidera la clasificación el candidato con menos apetencia por el cargo de presidente del Gobierno. Además, Feijóo ha estado a punto de resucitar a la izquierda Frankenstein, por lo que puede felicitarse de una victoria esmirriada por comparación con sus pretensiones imperiales. En las últimas entrevistas, la inexcusable Cuca Gamarra hablaba de una "mayoría absoluta" de los populares, con lo que acuñaba la situación actual como un fracaso. En cuanto a Sánchez, resistiendo, como de costumbre. Hoy mismo tendrá que soportar al mísero Felipe González, ni sombra de lo que fue, exigiendo una abstención al PSOE que no se ha dignado defender en campaña.