BABOR Y ESTRIBOR

Vuelve el circo, atentos al ‘speaker’

Después de las preceptivas consultas, Sánchez continúa teniendo menos votos que Feijóo

Basilio Trilles

Basilio Trilles

Pablo Iglesias permaneció silente durante tres días, tras el ataque frontal a Yolanda Díaz acusándola de «destruir a Unidas Podemos» lamentando un velado arrinconamiento de los partidos que conforman la opción surgida del 15-M. Iglesias, que fue el valedor de la hoy reluciente Evita comunista, acusó a esta de «ignorar las primarias y los mecanismos de democracia interna, ha despreciado los partidos para constituir finalmente un partido y ha obtenido unos resultados mediocres». El martes 26, tras la intervención del socialista y exalcalde de Valladolid en la truncada investidura de Alberto Núñez Feijóo, Iglesias volvió a opinar señalando la indecorosa estrategia de Pedro Sánchezde no comparecer en la sesión de investidura: «El PSOE apuesta por Óscar Puente, su perfil más agresivo e incorrecto (a veces es abiertamente macarra) para responder a Feijóo… Claro que esos perfiles funcionan en estos debates. Y más aún si la progresía mediática no les ataca y no les acusa de crispar y hacer ruido». Cuanto menos, añado yo, Carles Francino resultó honesto al lamentar en la Ser el espectáculo propiciado por Sánchez: «¿Óscar Puente? De salida me parece una falta de respeto. Hay unas normas y un decoro también en el Congreso». Eso sí, los bomberos intervinientes en su programa sacaron los extintores sofocando el arranque de buen periodista de Francino, fieles a los deseos del inquilino de la Moncloa: «Los socialistas han puesto a Puente de espejo de Feijóo», dijo Isaías. Ello dio pie a un cambio de tercio mientras debieron vivirse momentos críticos al otro lado del locutorio, con los teléfonos ardiendo en hilo directo con los sótanos monclovitas.

En la cuerda floja

Es de esperar alguna reacción de Iglesias, quien junto a su pareja Irene Montero, ministra en funciones y también en la cuerda floja en caso de que el dúo Sánchez/Díaz consiga revalidar el Gobierno, ha tenido que tragar quina la pasada semana desde Podemos, el triturado partido con solo cinco diputados al que la jefa de Sumar impidió dar voz en las sesiones parlamentarias en las que el líder del PP naufragó bajo la aritmética, fruto de la peligrosa componenda que nos lleva a una encrucijada como nación. En este circo de ambiciones desatadas, escaso sentido de Estado y estigmatizado el patriotismo, ojito con las huestes de Iglesias quienes creen tenerlo todo atado y bien atado. Ojito también con el PNV, tan similar al Guadiana, que ayer mismo, por boca de Aitor Esteban, le comunicó al Rey que todavía no están en condiciones de apoyar la investidura de Sánchez.

Elemento clave

Mucho ojo con el elemento clave del circo sanchista: Carles Puigdemont, sin desmerecer la atención de Junqueras, el Obélix del independentismo, que ya se comió el marrón de la cárcel. Ciertos observadores afirman que existe el pacto con los independentistas, seguramente. Pero hay que analizar la personalidad e intereses de Puigdemont, zorro viejo que se fía lo justo del otro zorro más joven, aunque agradezca la labor del singular ministro Albares, tras su escenificación, en el Parlamento Europeo, de las lenguas cooficiales con prioridad del catalán. Los de Otegi, Bildu, esos sí lo tienen claro: con Sánchez a muerte (lo de muerte ha salido así) porque les interesa que siga el Frankenstein ampliado en la estrategia de acabar con los señoritos de la derecha nacionalista de Neguri, los mismos que ayer le dijeron al Jefe del estado que están desojando la margarita. Tras la ronda nada clarificadora en la Zarzuela: Bildu, Junts, ERC y BNG rechazaron acudir. Ante Felipe VI, después de las preceptivas consultas, Sánchez sigue teniendo menos votos que Feijóo, ahora con la incógnita añadida del PNV. Ah, y Díaz dice que aún no hay acuerdo con el PSOE. «¡Cómo están ustedes!». Vuelve el circo, atentos al speaker. Ahora sí va a rajar de lo lindo.

Periodista y escritor

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