LA FIRMA DEL DIRECTOR

Picaduras en la economía

Ángel Báez

Ángel Báez

Las altas temperaturas invitarían a lo largo de este puente del 9 de Octubre a invadir las terrazas, a disfrutar del aire libre y, con ello, a dinamizar una hostelería que se frota las manos con este prolongado e inusual veranillo del membrillo. Y conjugo la invitación en condicional porque a la fiesta de estos días se suma un ejército de mosquitos que devora al más pintado de los mortales. La plaga a la que venimos asistiendo durante los últimos años cobra tintes preocupantes amparada en un clima que, cada día y por su excepcionalidad, es motivo de conversación. Nadie parece estar ajeno a un problema que atañe especialmente al litoral castellonense convirtiendo a este territorio en una auténtica costa de los mosquitos.

Pese a todas las campañas institucionales desarrolladas, con importantes inversiones en fumigaciones quirúrgicas y aéreas, el problema no solo persiste sino que se acrecienta y las picaduras ya son parte del tributo que se paga por trabajar en el campo, ir a la escuela, disfrutar del aire libre o, simplemente, exponerse a la intemperie. Más allá de las consecuencias sanitarias y de bienestar para los ciudadanos, este asunto comienza ya a preocupar y mucho por las consecuencias que puede acarrear a una economía muy sobreexpuesta a los incómodos sambenitos. De ahí que habrá que ir pensando en elevar este problema a la parte más alta del escalafón de los asuntos prioritarios. De lo contrario y visto que el cambio climático ha venido para quedarse, los efectos perniciosos comenzarán a picar también en la economía local.

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