BABOR Y ESTRIBOR

Tinta de calamar sanchista

Los disturbios de ultras motivan el foco mediático y propagandístico de la izquierda e independentistas

Basilio Trilles

Basilio Trilles

El variopinto Frente Popular logrado de forma temporal merced el entreguismo absoluto de Pedro Sánchez --lo que haga falta y un huevo duro para seguir en la poltrona-- pretende hacer ver que el inquietante problema que hoy embarga a España es la actuación de cuatro descerebrados fascistas encargados de ejercer la violencia cada noche en las inmediaciones de la sede nacional del PSOE en Madrid, así como en otras instalaciones socialistas del territorio nacional. Los disturbios de grupúsculos de ultras motivan el foco mediático y propagandístico de la coalición de intereses partidistas de izquierdas e independentistas, estos últimos manteniendo el objetivo irrenunciable de separarse de España. Es la insultante estrategia de la tinta del calamar, tomando a los españoles por tontos.

Subrayo por lo sangrante. Nos quieren hacer ver que los execrables actos de una reducida bandería de extrema derecha representan el detonante nuclear de una hipotética involución contra el Gobierno en funciones encabezado por Pedro Sánchez, el mismo que ha propiciado el resurgir de las dos España. Realidad que ayer mismo fue constatada por la independentista Laura Borrás: «El conflicto ha dejado de ser entre catalanes. Solo hay un acuerdo firmado y ha creado el conflicto entre españoles». Risas de Borrás, quien aspira, digan lo que digan las instruidas voces socialistas (menudo papelón, Patxi) y de una parte del conglomerado Sumar, a ser amnistiada porque así lo desea Puigdemont. Aunque Junqueras ha sido taxativo al rechazar la inclusión de Borrás en el aberrante pacto para mantener a Sánchez en la Moncloa: «No puede ser amnistiada, está condenada por trocear contratos públicos».

Veremos si el problema de Cataluña queda milagrosamente resuelto o, a tenor de las diferencias y feroz competencia política entre ERC y Junts per Catalunya, las cañas contra el Estado se vuelven lanzas entre los propios secesionistas a la hora de aplicar un texto que cada uno interpreta a su conveniencia. Los peligros del arreglo orquestado por esa pareja de intereses que conforman el secretario general del PSOE y la líder de Sumar, Yolanda Díaz, resultan impredecibles. La agitación que celebra Borrás no presagia nada bueno, incluido en ese trozo imprescindible de la nación española que es y será la comunidad autónoma catalana.

Clamor generalizado

El pasado domingo, las 52 capitales de provincia españolas fueron testimonio del clamor generalizado contra la tropelía que significa la amnistía. Centenares de miles de personas salieron pacíficamente a la calle y alzaron sus voces para decir: «En mi nombre no». A la marea ciudadana rechazando la componenda orquestada por Sánchez, rendido a los pies de Puigdemont, es preciso recordar lo que callan quienes quieren vender lo invendible. Todas las asociaciones de jueces están en contra; los fiscales rechazan el acuerdo de amnistía e incluso piden la dimisión del fiscal general del Estado, simple marioneta de Sánchez. Ítem más, dicen no otros colectivos como los notarios, auditores e interventores del Estado, inspectores de Hacienda y un largo etcétera al que ayer se unieron abogados y procuradores de Cataluña. También ayer el Tribunal Supremo emitió un comunicado de advertencia. Quienes rechazan el pacto que beneficia a Sánchez y Puigdemont representan la columna vertebral del Estado de Derecho. Al dúo Sánchez-Díaz y sus voceros se la resbala. Un personaje de Más Madrid, Emilio Delgado, en plan burla ha dicho que falta el comunicado de «fresadores mecánicos». Cabe mayor desvergüenza.

Las manifestaciones pacíficas son el oxígeno de la democracia y hay que mantener en la calle la voz libre de la ciudadanía. Pero es necesario mucho más. Ciudadanos y el Partido Popular inician la ofensiva en Europa. Ese es el camino.

Periodista y escritor

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