AL CONTRATAQUE

Juristas, leguleyos y ediles del Riu Sec

El cisco está en la calle y llega al pleno extraordinario del consistorio de la capital del Riu Sec

Paco Mariscal

Paco Mariscal

¡Menudos tiberios montan la derecha extrema que anida en el PP, junto a miembros de la misma cofradía a quienes conocemos con el apellido de Vox! Vecinos, la agitación y propaganda gira estos días entorno a amnistías, supuestos golpes de estado y allanamiento de lo que en los países democráticos se denomina estado de derecho. El cisco está en la calle y llega al pleno extraordinario del consistorio de la capital del Riu Sec. Parecía un mitin en campaña electoral. Vociferan en torno a las leyes como si hubiesen redactado el Corpus Juris Civilis, el Código de Justiniano del siglo VI de nuestra Era cristiana. Y no.

En el fondo y en la forma siguen las consignas --¿o son órdenes?-- que les llegan desde los madriles. Allí tienen a los guías: Ayuso y el superpatriota y separador Abascal, como dirían los socarrones labriegos del País Valenciano, «van per davant, davant». La farsa leguleya se extiende a otras capitales de provincia. Mimetismo político y demagógico, siguiendo el modelo que se les da en la ciudad del Manzanares, que no es el Riu Sec, sino un «aprendiz de río», como escribió Francisco de Quevedo.

Vayamos despacio. La farsa quevedesca que montó el separatista Puigdemont y congéneres el otoño de 2017, con actuaciones ilegales que no eran de recibo, que sepamos no fue un golpe de estado con tanquetas y fusiles en las calles o controlando los medios de comunicación y encarcelando a las legítimas autoridades democráticas. Todos sabemos, sin ser juristas o expertos en Derecho, qué es un golpe de estado. También sabemos qué es un intento de golpe de estado: la acción violenta de Tejero intentando tirar al suelo, con violencia, al noble militar Gutiérrez Mellado, dio la vuelta al mundo. La farsa de 2017 fue otra cosa. Así lo han visto y vieron juristas europeos. Apuntemos como anécdota que Puigdemont y su corta detención por la policía en Schleswig-Holstein, fue motivo carnavalesco junto al Rin.

Dio la nota

Y carnaval sin sentido fue el pleno extraordinario del Ayuntamiento de Castelló, convocado por la alcaldesa Begoña Carrasco e impulsado por la Extrema Derecha de Vox. Los del PSOE abandonaron la sala como Abascal abandonó el Congreso por tal de enfollonar la calle madrileña. Vicent Sales del PP y el portavoz de Compromís dentro de lo que cabe, expusieron sus opiniones de forma moderada; el portavoz de la Extrema Derecha dio la nota, al justificar la urgencia del pleno, indicando que el tema era de actualidad en la prensa y en las redes sociales: un desatino más de los separadores españolistas, de quienes alimentan a los separatistas periféricos. Porque no me dirán ustedes que no es mala leche lo siguiente: a finales de la primera década de este siglo los separadores anticatalanistas impulsaron un boicot a los productos catalanes, sin reflexionar si tal acción enviaba al paro a miles de trabajadores, ciudadanos de Cataluña, nacidos en cualquier rincón de España. Separadores y separatistas se retroalimentan, unos y otros son un peligro para la unidad y convivencia pacífica de los hispanos. Aunque, evidentemente, ellos no lo ven de tal modo, como tampoco observan tal realidad quienes convocaron «un pleno extraordinario en Castelló», con un tema tan urgente y de actualidad en las redes sociales como podrían ser las trapacerías de las revistas del corazón. ¡Qué plenos, vecinos!