Barraca y Tangana

Otra temporada salvada

Morata alucina con Lamine Yamal porque aparenta 28 años. Yo tengo 40 y parece que tenga 64, pero a mí no se me valora 

Lamine Yamal anota el primer gol de España ante Chipre.

Lamine Yamal anota el primer gol de España ante Chipre. / EFE

Enrique Ballester

Enrique Ballester

No todo fueron desgracias durante el parón de selesiones. En este periódico, sin ir más lejos, leí al veterano Álvaro Morata alabar la madurez del jovencísimo Lamine Yamal. Al capitán de la Selección le preguntaron por la joven promesa del fútbol español y del Barcelona. «Tiene 16 años y parece que tenga 28. Es alucinante», dijo Morata. Ojalá también conociera mi existencia. Si alucina con Lamine porque aparenta tener 12 años más de los que realmente tiene, ¿qué le pasaría conmigo? Yo tengo 40 y parece que tenga 64. ¿Qué soy entonces? ¿Un fenómeno? 

Pero a mí nadie me lo valora. Nadie me aplaude por eso. Ni Morata ni nadie que yo conozca. Que aproveche ahora Lamine Yamal, le aconsejo, porque antes de lo que piensa llegará a ese momento crítico en el que dejan de aplaudir la madurez adelantada. Que aproveche Lamine, porque lo bueno pronto se acaba. Mi hijo Álvaro va a cumplir 5 meses y enseguida se emocionan en casa con cualquier chorrada. Hace algo y es ‘uoh, esto no lo debería hacer hasta los 8 meses, tiene altas capacidades, es superdotado’. Es alucinante, que diría Morata. Lo es y lo será hasta que de repente se despierte un día y caminar no sea un logro, sino lo normal, algo nimio, lo que toca. Me pasó a mí, y a ti, le pasará a Álvaro y también en el fútbol a Lamine. Ocurre que un día termina la novedad y lo que antes era conquista aplaudida ahora es tarea obligada.

En todo caso, mi prematura edad avanzada (?) no me impide disfrutar de los grandes momentos de la vida, como los Juegos Olímpicos de mascotas de equipos de fútbol celebrados en Leganés la pasada semana. Tanto es así que si alguien necesita un experto en mascotas en este país, me llama. Eso hizo la colega Lucía Taboada el otro día, para La Ventana. Pocas veces me he sentido más halagado. Ese soy yo: edad mental de 4 años y física de 64.

Una pequeña teoría

El caso es que aproveché la ocasión para trazar una pequeña teoría sobre las mascotas. Nos gustan las mascotas porque tienen lo mejor de las personas y lo mejor de los animales. Esto es importante, porque en el fútbol los hinchas a menudo tenemos lo peor de las personas y lo peor de los animales.

Pero las mascotas, no. Las mascotas de los equipos de fútbol tienen lo mejor de las personas -pueden hacer bizums y controlar sus esfínteres- y lo mejor de los animales --son felices con poco y no han de preocuparse por las consecuencias penales de sus actos-. Todo son ventajas, obvio. Son claramente superiores a los humanos. Seguro que también alucina Morata.

En cambio, yo he de vivir con la carga de poseer lo peor de los adultos --el trabajo y las responsabilidades- y lo peor de los viejos --solo tenéis que mirarme-. Por suerte, los lectores lo saben, me ayudan y me acompañan en el trance. Y menos mal: Albert Valor me envió hace poco la foto que tanto deseaba. A veces el fútbol nos anima con una dádiva inesperada. Es una foto del último Real Sociedad-Barcelona y en ella sale Aihen Muñoz pugnando por el balón con Lamine Yamal. Menudo regalo. Por fin pude tuitear ‘Aihen Lamine bailando por ahí’ para ser feliz y que alucinara Morata. El concurso de mascotas y esto. Menuda racha. Otra temporada salvada. 

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