LA FIRMA DEL DIRECTOR

De polvorones y panetones

Ángel Báez

Ángel Báez

Que los gustos y costumbres cambian con el tiempo es una aseveración irrefutable. Y en esta evolución constante, contamos desde hace años con un intruso navideño que, al abrigo de la globalidad, ha logrado colarse en nuestras mesas de manera tan sigilosa como lo hace cada año el rollizo Papá Noel en Nochebuena. Hablo del panetone, esa masa esponjosa y frutal que, poco a poco, viene desplazando a los ancestrales polvorenes y alfajores.

El panetone ha irrumpido en la escena como un nuevo protagonista indiscutible de la fiesta, ocupando parte de ese dislate que acompaña a las largas digestiones navideñas. ¿Borrachos? ¿Con frutas o con pasas? ¿Con o sin almendras? Las decisiones, a veces, son más difíciles que elegir qué película ver en Netflix.

Mucha salud

Lo más inquietante es que la invasión del consistente panetone pueda desplazar a otros productos típicos de la terreta, como el mazapán o el turrón, dejándonos con una sensación agridulce en un paladar navideño en el que el roscón es, al cierre, el rey de reyes. La diversidad es la esencia de las festividades, pero en este aterrizaje siempre está el riesgo de apartar aquellos olores y sabores que heredamos de quienes nos amasaron y crearon a fuego lento. La Navidad es un tiempo para el goce y es bueno disfrutarla con los nuevos gustos y sabores importados, pero no dejemos a un lado los productos de la tierra, que son los que nos recuerdan la magia de unas fiestas que arrancan en unos días con los niños de San Ildefonso deseándoles, ante todo, mucha salud.