A FONDO

La situación del sector azulejero

Es urgente que el Gobierno de España materialice cuanto antes las ayudas económicas

Marta Barrachina

Marta Barrachina

Los datos del sector azulejero son malos. Las previsiones de la patronal Ascer hablan de una importante caída tanto en ventas como en producción a lo largo de este complejo año y, lo que es peor, incluso en personal. Hoy, lamentablemente, estamos ante una industria empequeñecida frente a las cifras de hace solo un año.

El sector que no ha dejado de lanzar mensajes de alarma —algunos de ellos verdaderamente angustiosos— que han sido ignorados por el Gobierno de Pedro Sánchez. La producción castellonense de pavimentos y revestimientos cerámicos se ha reducido un 18%, con lo que se ha regresado —con 400 millones de m2— a las cifras de hace una década. Y la facturación total ha registrado este 2023 una caída que puede llegar al 17%, y es que la recesión ha llegado tanto a las ventas nacionales como a las internacionales. Nada se salva. No hay ningún dato positivo. Las empresas azulejeras están inmersas en una grave crisis desatada por los vaivenes de la factura energética —especialmente por sus espectaculares subidas— que en 2023 ha significado el 14,5% de su facturación, y la competencia desleal de los países que producen recubrimientos cerámicos sin tener que hacer frente ni a medidas medioambientales ni a las responsabilidades sociales y laborales mientras el PSOE mira hacia otro lado y no aporta ninguna medida para salvar a un sector que es el principal pilar de la economía provincial. Y es que el empleo en el sector se ha reducido en solo un año un 12%.

El sector azulejero se ha visto obligado a subir en varias ocasiones el precio final de sus productos con el objetivo de recuperar solo una pequeña parte del incremento del precio del gas y la electricidad, pero ese aumento de sus tarifas se ha traducido en una considerable pérdida de competitividad frente a los productores asiático y africanos. Fabricantes que, como decía antes, no tienen más gastos que el de las materias primas y una mano de obra barata. Insisto: una competencia desleal y muy agresiva. Además, este encarecimiento general de las baldosas cerámicas ha dado lugar al fortalecimiento comercial de productos sustitutivos como el vinilo.

Y la situación del azulejo se repite en el resto de sectores de la industria cerámica. Y es que también las empresas fabricantes de esmaltes y colores cerámicos, como las de maquinaria y tecnología están profundamente dañadas por esta crisis —que ya parece enquistada— y por la falta de acción del Gobierno de España tanto a la hora de repartir ayudas como a la hora de reivindicar sus necesidades ante la Unión Europea.

Garantizar el futuro

La industria cerámica necesita ayuda. La misma ayuda que las empresas cerámicas de Italia han recibido de su Gobierno, pero que, aquí, casi un año después, todavía no saben cómo articular… Es urgente que el Gobierno materialice cuanto antes las ayudas que pueden y deben garantizar el futuro de una industria básica para la economía de nuestra provincia. Un sector que durante décadas no ha pedido nada y, en solitario y arriesgando dinero privado, ha creado empleo y riqueza para todos y que ahora, por primera vez, lanza una voz de alarma que hay que atender sin demora.

Lo hemos dicho muchas veces y desde todas las tribunas que nos han prestado su altavoz. Y lo seguiremos haciendo hasta que se adopten las medidas que el sector necesita. El Gobierno de España pasa del azulejo. Es decir, al PSOE no le importa mucho ni el presente ni el futuro de la industria cerámica, el motor de la economía de nuestra provincia. Los empresarios llevan demasiado tiempo pidiendo ayudas urgentes para poder seguir creando empleo y riqueza para todos, y Pedro Sánchez mira hacia otro lado y responde con evasivas o promesas irrelevantes y huecas. Y la industria cerámica lo está pasando muy mal. Está atravesando la que, seguramente, es la crisis más grave de su historia reciente. Y lo que afecta al azulejo también repercute de manera directa en la economía y en la sociedad castellonense. Ya no podemos perder más tiempo. Sobre todo porque ya hemos perdido demasiado.

Presidenta de la Diputación Provincial de Castellón