BUENA PREGUNTA

El robot

Álex Rubio

Álex Rubio

No se lo digas a mami, pero antes ella salió a pasear con mi robot, no conmigo…». Su semblante serio, y ese dominio de la ficción impropio de un niño de 5 años, me hizo hasta dudar. «¿Y cómo sé yo si ahora eres tú de verdad o eres el robot?». Es que vete a saber.

Estamos en 2024, donde lo inimaginable puede ser real, como que mi hijo tenga un androide idéntico secreto y yo me haya pasado la Navidad jugando a bloques con el otro.

Nunca el progreso se había movido a tanta velocidad. Y es que comenzamos un año que apunta a ser el de la consolidación de la inteligencia artificial, después de un 2023 en el que esta ha ido alterando sigilosamente los cimientos de nuestra sociedad. Tras esa primera etapa de búsqueda insaciable del asombro del gran público, veremos en los próximos meses aplicaciones prácticas y reales del empleo de la IA en nuestra vida cotidiana; y que integraremos ya sea como protagonistas de su uso, como meros espectadores o, aún peor, como marionetas de quienes las manejan.

Las consecuencias e implicaciones de la IA son incomparables con cualquier avance tecnológico humano previo. Nos encontramos ante una entidad con el potencial de superarnos en numerosas disciplinas, procesos e industrias. O para potenciar nuestras capacidades al máximo, si logramos armonizarla con nuestra, por ahora, insustituible humanidad: empatía, perspectiva, sensibilidad, emoción, riesgo. Enfrentamos un cambio paradigmático en cómo interactuamos con la tecnología y cómo esta interactúa con nosotros. La línea entre lo real y lo artificial se desdibujará cada vez más. La IA promete redefinir no solo nuestras relaciones humanas y sociales, también nuestra percepción del arte o la creatividad. Y modificar, de manera implacable, la forma y fondo de nuestro trabajo sea cual sea el sector.

Al nuevo año no hace falta que le pidamos muchas cosas en materia de IA, porque las va a traer multiplicadas y, además, de manera impredecible. No queda otra que verlas venir. Sí es recomendable que, si no queremos perdernos en la marea, comencemos a nadar cuanto antes si no lo hemos hecho ya. Y cambiar. Adaptarnos. Ser curiosos. Sin ir más lejos, cualquiera puede tener ya un clon virtual gracias a la IA. Pronto, quién sabe, hasta nuestros hijos puedan encargarse uno robótico para hacer caso a sus padres. Qué tiempos aquellos en que la ciencia ficción parecía inalcanzable. Bienvenido, 2024.

Director y Chief Strategy Officer de Twelfhundred y profesor de la UJI