BABOR Y ESTRIBOR

La falaz mayoría progresista

El Frankenstein que apuntala la poltrona de Sánchez ha tardado lo justo en dar señales de su contranatura

Basilio Trilles

Basilio Trilles

El Rey ha vuelto a poner el justo acento con ocasión de la Pascua Militar al resaltar el papel de las Fuerzas Armadas «en defensa de la democracia» y, por tanto, «su papel fundamental en la preservación de la identidad histórica de España». Felipe VI mantiene y refuerza el discurso de Navidad que tanto rechazo propició entre los socios del Gobierno socialista, con especial ahínco por parte de los golpistas catalanes, los bilduetarras y los tristes herederos de la hoz y el martillo, sin olvidar a los meapilas de doble moral del PNV. Con ocasión del mensaje real navideño ya dejé escrito en este mismo espacio que el Rey no es convidado de piedra. Mal que les pese a los enemigos de nuestra gran nación. La Corona ostenta la Jefatura del Estado, y en la mañana del Día de Reyes, Su Majestad, luciendo el uniforme de almirante supremo, volvió a reivindicar la Constitución ante la cúpula de los tres ejércitos y la Guardia Civil: «La defensa del marco de convivencia democráticamente elegido por los españoles es testimonio vivo de vuestro compromiso con la sociedad». Puigdemont, Junqueras y el exterrorista Otegi han llegado a pactos con Pedro Sánchez por desesperación de éste, ante la necesidad de mantener el poder al precio que sea. Pactos de los que no conocemos la literalidad, sobre todo en cuanto a EH Bildu se refiere. Sobre las imposiciones de los herederos políticos de ETA, selladas en apretón de manos con el jefe del Ejecutivo, nada sabemos. Y nada bueno esperamos.

El rostro macilento del presidente Sánchez durante el acto castrense celebrado el pasado sábado en el Palacio Real no se debía a la losa que para su ego le tocaba asumir: una incómoda posición protocolaria, en la que él no era el number one, además de estar rodeado de uniformes comprometidos a preservar la unidad de España. No, la pesadumbre que reflejaba la pétrea faz de nuestro particular Dorian Grey era el efecto de las horas de insomnio que en los últimos días le está causando la derecha secesionista catalana representada en el Congreso por los siete votos fundamentales de Junts, el partido que a la hora de escribir estas líneas tiene a Sánchez en un brete. El mismo sábado de la Pascua Militar los titulares de prensa anunciaban el envenenado regalo de reyes de los de Puigdemont. Ayer mismo el portavoz de Junts, Josep Rius, reclamaba a Moncloa que vuelva a aprobar los decretos separados por temáticas y pactados de antemano. Podemos, teledirigido por Pablo Iglesias, también entra en liza ejerciendo de oposición y reclamando la eliminación de los recortes que afectan a los más vulnerables como condición para apoyar las tres iniciativas gubernamentales en el aire.

Pactar con el diablo

La falacia de que hay una mayoría de progreso que sostiene al Gobierno comienza a evidenciarse. El Frankenstein ampliado hasta lo imposible que apuntala la poltrona de Sánchez ha tardado lo justo en dar señales de su contranatura. Mañana, el Gobierno puede sufrir el primer gran batacazo legislativo en la sesión inaugural del 2024 que por encontrarse en obras el Congreso tendrá lugar en el hemiciclo del Senado. De no haber acuerdo in extremis con Puigdemont, el Ejecutivo recibiría un tremendo mazazo que supondría la denegación de los tres primeros decretos ley del mandato, que deberían prorrogar las medidas anticrisis. Normal que Sánchez tenga mala cara. Son las consecuencias de pactar con el mismísimo diablo con tal de seguir aferrado al poder. Este es el panorama que espera a los españoles a lo largo de una legislatura tan incierta como peligrosa, dirigida por un presidente ególatra.

Entre tanto, en un alarde de cinismo, Bolaños llama a Cuca Gamarra. Ya dijo Feijóo que no contaran con él para hacer de bombero. Que se las arregle el pirómano.

Periodista y escritor