A quemarropa

Paellas bajo la lluvia

PABLO Sebastiá

Anteayer celebramos el Día de las Paellas de Benicàssim. Bajo la lluvia. Con aire y frío. Y fue un éxito. Una buena amiga definió una vez esta celebración como el día más divertido del año. Y así es. Ni el mal tiempo, al que siempre hay que poner buena cara, puede con el Día de las Paellas. Mi esposa y yo llegamos al pueblo sobre las once de la mañana. Acudimos a un céntrico y conocido restaurante y allí nos encontramos con el primer grupo de amigos. La algarabía en el local, y en la calle, aunque alejada de las ediciones de mayor éxito, era palpable.

Pasamos la jornada saludando a viejos amigos, charlando con unos y otros, bromeando con propios y extraños y, en definitiva, celebrando algo tan importante como la amistad. Este día también tiene una cara menos lúdica. La empresarial y política. Siempre la ha tenido y es sumamente importante. Representantes de todos los partidos celebran sus reuniones, deambulan por la calle Santo Tomás y actúan como si estuvieran en campaña. No piden el voto, claro, pero muestran su cara más amable.

Por otro lado, los restaurantes más amplios y reconocidos satisfacen las necesidades de compañías de todo tipo que agasajan a sus clientes, proveedores y empleados. Es un día completo.

Ninguna otra celebración municipal suscita tanto movimiento. Las fiestas de la Magdalena sí lo hacen, por supuesto, pero durante nueve días, no durante uno solo. Otra gran fiesta que le va a la zaga el Día de las Paellas del Grao, en Sant Pere. Esta cita ha crecido mucho y se acerca a la benicense, pero lo cierto es que aún le queda camino por andar. Quiero aprovechar estas líneas, queridos lectores, para felicitar a todo Benicàssim por tan gran jornada.

Escritor