Las cuarenta

De asambleas y juicios en el CD Castellón

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

Mientras el equipo vaya acumulando méritos y ofreciendo argumentos de peso para el ascenso directo, como la trabajada y lucida victoria en Málaga, las noticias que derivan de la actualidad mercantil y judicial parecen quedar relegadas a un segundo plano, y eso no debiera ser así, dado que son recorridos paralelos, el deportivo y el social por catalogarlos de alguna manera, en un escenario distinto pero de indudable influencia el uno sobre el otro y viceversa. Porque si los resultados acompañan y subimos de categoría, sin duda se revalorizarán las acciones y se alejará aquel negro fantasma de la desaparición a la que nos abocaron las gestiones de los Osuna, Blasco, Cruz y cía, y frente al que respondió el ayuntamiento del PP de la época de manera tibia y hasta cómplice. Como tampoco se puede negar la biyectividad entre una economía saneada y el aumento de recursos para la mejor planificación deportiva. Por no mentar la posibilidad de hacer justicia con aquellos expoliadores cuyo latrocinio nos ha lastrado desde ni se sabe, no ya por la posibilidad de una venganza dulce como por la recuperación del dinero y el honor esquilmados.

Por eso, aunque el aficionado esté más pendiente del resultado que cosecha el Ibiza cada jornada para ver si se descuelga de la clasificación, no deviene menos relevante la anunciada conversión en acciones de 2,8 millones de euros que el club le debe a Haralabos Voulgaris, sin olvidar los otros 3,2 millones que quedarán como prima de emisión. Lo contrario, mantener esos 6 millones en concepto de préstamo, suponía un parche para salvar la inmediatez del problema pero amenazaba con una causa de disolución el día que el propietario quisiera recuperar parte de su inversión. Sobre todo porque mejorará nuestro techo de gasto ante un hipotético ascenso para competir en igualdad de condiciones económicas con otros clubes consolidados en la nueva categoría.

También se someterá a la aprobación de la asamblea, y no está de más agradecerlo, la ampliación de capital de hasta 200.000 euros, cuya oferta se limitará a los accionistas minoritarios. Se trata de una aportación minúscula que servirá para conservar el actual porcentaje, en torno a un 5%, de los inversores ajenos al consejo. Y ahí quería llegar yo: ojalá nuestra respuesta fuera de tal calado que obligáramos a aumentar esa cifra que, en puridad, no deja de ser simbólica, pero trasladaría al máximo accionista y artífice de insondables ilusiones un mensaje nítido de agradecimiento por todo lo que está haciendo por nuestro club, que deseamos siga liderando para alcanzar objetivos inimaginables. Ese reconocimiento tácito de la afición, de la ciudad y de la provincia, es indudable que ataría emocionalmente a Bob.

Tampoco se trata de un servilismo banal ni de relajar nuestras exigencias para mejorar el proyecto, porque ya va siendo hora de exigir que en el consejo participe gente de aquí, revestirlo de castellonerismo, favorecer la raigambre y hacernos sentir más partícipes del CDCastellón, cuya transparencia parece mejorable por buenos que sean los marcadores del primer equipo. Verbigracia con la gestión de la Fundación, sus hipotecas y la herencia envenenada recibida, otrosí en la incomprensible falta de colaboración en la demanda del juicio que va a iniciarse en cuestión de días siendo como es que han desaparecido los escarniosos y prostituidos compromisos de sus predecesores con Castellnou.

Ciertamente, la gente está más pendiente del otro juicio, el de cada domingo en el césped, para el que cada gol es una prueba irrefutable, cada jugada un alegato a favor, y esperamos la bendita sentencia del ascenso. En el interín, no nos irá mal una mayor comunión con el dueño y que éste se considere plenamente identificado con este sentimiento, este orgullo y esta pasión, lo cual ayudará a consolidar el proyecto más grande que soñar pudiéramos. Bob, ayúdanos a ayudarte.