COSAS MÍAS

Tiempos de hecatombe

Antonio Gascó

Antonio Gascó

En el siglo XV hubo numerosos rebrotes de la peste negra que diezmaron, en gran manera, el censo de Castelló. Un acuerdo del Consell de 1404 conmina a los vecinos al ayuno y a peregrinar, descalzos, al santuario del Lledó, en rogativa, implorando el destierro de la plaga «la qual a presentés entre nosaltres per nostres pecats». Veinte años más tarde hay nuevos resurgimientos, singularmente, en 1427 y 1429, tan dañino este último que el Ayuntamiento apremia a los lugareños a no acoger en sus casas a ningún forastero afectado de peste.

Presión fiscal

El morbo causó acerbos quebrantos en las comarcas de la Plana, unido al frecuente paludismo por el cultivo del arroz y a los fuertes temporales y aguaceros, que malograron las cosechas y produjeron despoblamiento, mortandad, hambre, caída de las rentas y miseria. El descenso de hábitat por el revés supuso pérdida de brazos para el trabajo y en consecuencia la merma de la producción artesana y agraria. A esa mengua demográfica cabe sumarle la despoblación migratoria, a causa de la fuerte presión fiscal (que aún se venía estableciendo de acuerdo con el viejo padrón de casi 5.000 habitantes de mediados del siglo XIV) y la ruina de muchos vecinos, que trataron de «poner tierra por medio», sobre todo, hacia las más prósperas tierras valencianas, en busca de mejor suerte.

La despoblación supuso el abandono de muchas casas, como puede leerse en textos de la peyta de 1451: «Molts dels alberchs han roinat e altres possessions moltes resten desemparades en la dita vila, per falta de gent que es morta e per pobresa e impotència d’aquells que resten». Otro casi inmediato, de 1454, refiere que el territorio de Fadrell «és lloc deshabitat de pobladors».

Cronista oficial de Castelló