Opinión | A FONDO

De su capa un sayo

De nada parecen haber servido los cientos de miles de personas que han salido a las calles de toda España y las miles de voces clamando No a la amnistía de Pedro Sánchez porque, lejos de escuchar lo que la sociedad reclama, tomar conciencia de la preocupación que causa y la contestación social que provoca, sigue erre que erre, en llevar adelante su propósito con tal de mantenerse un tiempo más en el poder. Y es que, ya se sabe, estar a merced de los caprichos y decisiones de quienes le mantienen como presidente del Gobierno, tiene su precio.

Y es un precio que Sánchez ha demostrado estar dispuesto a pagar desde el minuto 0 de esta legislatura, cuando la puerta de la Moncloa se le quedó a 7 votos, los que son vitales para mantenerle como presidente y, consciente de esa debilidad, nos ha demostrado estar dispuesto a todo, pagando un precio inasumible para la salud democrática del país además de inadmisible para miles de españoles que sí creemos en las reglas del juego dadas con la Constitución.

Prófugo de la justicia

Un precio que nos mantiene rehenes a quienes no entendemos, ni comprendemos porqué un prófugo de la justicia, como Puigdemont, está decidiendo por todos nosotros. Es que estamos asistiendo a uno de los momentos más convulsos de nuestra vida política reciente y que tiene, como único objetivo, llevar adelante una ley de amnistía y un proyecto de ruptura para España, cediendo así ante cualquier pretensión e imposición de sus socios de gobierno. Y todo ello con tal de seguir siendo presidente, aunque ello suponga deteriorar nuestro Estado de derecho, la defensa de nuestra Constitución, la que nos dimos en un marco de pacífica convivencia en 1978 y romper la igualdad de todos los españoles.

Todas las cesiones realizadas por Sánchez están erosionando nuestras instituciones, socavando las bases democráticas y planteando desafíos para quienes tenemos la responsabilidad de administrar adecuadamente los recursos públicos que mejoren la calidad de vida de nuestros vecinos. Sin embargo, parece que el presidente Pedro Sánchez no reconoce la gravedad de la situación que está provocando, quizá porque cualquier precio le parece poco para seguir en el poder, a pesar de haber perdido las elecciones.

Traje a medida

También asistimos a uno de los momentos más bochornosos de nuestra historia, como el de tener que hacerle un traje a la medida a un prófugo de la justicia para que pueda volver a España, elaborando una ley que obedece al dictado de su principal beneficiario, redactada fuera de nuestras fronteras y esquivando los informes que no interesan.

Alterar las reglas del juego democrático, nunca es una buena solución. Al menos no lo es para quienes, como yo, creemos que estamos para trabajar de manera responsable, siendo útiles y centrándonos en abordar los problemas de nuestros vecinos, cuestión que Pedro Sánchez no puede llegar a entender porque nunca ha sido alcalde, ni concejal de pueblo. Quizás por ello, en una de sus intervenciones recientes, se atreviera de manera tan despectiva a denostar el trabajo de las miles de personas que nos dedicamos a la noble tarea del municipalismo y que nos dejamos la piel trabajando a pie de calle para mejorar la calidad de vida cotidiana de nuestros vecinos.

Pero ya se sabe, el Partido Socialista ha perdido su propio ideario para sumarse al de los nacionalistas e independentistas de moqueta y salón, tanto que una ya no distingue quién es quién. Lo estamos viendo también aquí, en el ayuntamiento de Benicàssim donde, emulando al presidente de su propio partido, los concejales socialistas, están más preocupados en solucionar sus líos y presuntos expedientes internos de expulsión, que en preocuparse en trabajar y aportar soluciones para Benicàssim. Y todos estos líos, ya se sabe, llevan a una degradación institucional, que en nada beneficia los ciudadanos.

Gobierno débil

Como en nada beneficia al conjunto de los españoles un gobierno débil, en agonía y descomposición, tambaleante y presuntamente rodeado de corruptelas, pues a una amnistía inmoral, ilegítima e ilegal, cada día vamos descubriendo más cosas. Como que mientras a los españoles nos mantenían encerrados en casa por culpa de una pandemia, algunos socialistas presuntamente se embolsaban cantidades millonarias a través de comisiones ilegales por la compra de mascarillas y material sanitario, lo que puede acabar siendo el mayor caso de corrupción en la historia reciente de España.

La gobernabilidad de un país no debería depender de quienes se creen poder hacer de su capa un sayo, ni se pueden librar del lastre de su pasado, ni creen en la unidad de España. Tampoco de quienes desde su debilidad parlamentaria son capaces de engrandecer y blanquear a partidos políticos que, a mi entender, deberían pedir perdón a todos los españoles antes de sentarse en las instituciones.

Alcaldesa de Benicàssim y senadora