Opinión | La rúbrica

Sánchez, el teatrero

Durante cinco largos días, los españoles hemos asistido a la puesta en escena de Sánchez, el teatrero. El presidente del Gobierno traidor ha protagonizado un teatro burdo, indignante y victimista que nos ha sumido colectivamente en un bochorno internacional de dimensiones y de consecuencias absolutamente incalculables. 

Cinco días para decirnos que sigue. Que sigue dirigiendo España hacia la deriva. Ya lo sabíamos todos, pero él tenía que vanagloriarse de sí mismo y hacerse la víctima ante todo el mundo. Pero no lo hace por el bien de los españoles, sino por sí mismo. Él solo responde a sus intereses personales. 

No soporta la crítica; identifica a su persona con la democracia (paradójico). Llama a la regeneración democrática dirigida contra jueces independientes, contra los medios de comunicación libres y contra la oposición con la finalidad de sepultar toda crítica, garantizarse la impunidad y atizar el enfrentamiento social que sus aliados acaban convirtiendo en violencia que termina, como ya sabemos, con la amnistía. 

Es una huida hacia adelante cabalgando sobre la mentira. La realidad es que la España de Pedro Sánchez es una España enfrentada por la izquierda y por la extrema izquierda que se ha dedicado a desenterrar odios y muertos; una España dividida y acosada por sus socios separatistas; una España de corrupción política y económica; una España asediada por la inmigración ilegal masiva que genera inseguridad. Sánchez quiere una España peor. 

*Alberto Asarta es diputado de Vox en el Congreso por Castellón