EN VILO POR LAS COSECHAS
La producción agrícola de verano será más cara como efecto de la sequía
La necesidad de aumentar la frecuencia de riego incrementa los costes del agricultor
Hace más de medio año que las lluvias en Castellón son muy inferiores respecto a lo que debería ser normal para los periodos de invierno y primavera. El pasado año se produjo una situación diametralmente opuesta, y gracias a ello el suministro de agua está garantizado. Aún así, el campo de la provincia se muestra preocupado, porque la capacidad no es ilimitada, y los primeros indicios apuntan a un verano casi tan caluroso como el anterior.
Esto tiene efecto en la producción de hortalizas y frutas de temporada, que cada vez están más cerca de la cosecha. El gerente de la cooperativa agrícola de Benicarló, Guillermo Edo, indica que por ahora «hay agua, pero los costes se disparan si no llueve». El motivo es claro: poner en marcha los mecanismos de riego es más caro, sobre todo por la electricidad, que si el agua cae del cielo. Los asociados esperan recolectar este año nueve millones de kilos de sandía, una fruta que necesita mucha agua para estar en condiciones óptimas. En las últimas semanas se han visto lluvias intensas de manera puntual, pero la situación sigue lejos de lo que sería deseable.
Melones en el sur
En la parte sur de la provincia, Xilxes, el delegado de esta zona de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA), Joaquín Manzano, detalla que uno de los manantiales de los que se nutren los campos «ha reducido mucho su caudal, por lo que ya se tiene que hacer uso de los acuíferos».
Algo que genera inquietud, ya que «suele ser de menos calidad», con el riesgo añadido de la intrusión salina. Manzano lo deja claro: «Para estar tranquilos, tendría que llover entre 50 y 100 litros por metro cuadrado» en los próximos meses». Y hacerlo de manera moderada, porque una granizada pondría el traste toda la cosecha. Además, la Plana Baixa ya sufrió el efecto del calor extremo del 2021, cuando las temperaturas derivaron en un descenso de melones, pero también en tomates y judías.
Cadena alimentaria
Con este aumento de los costes, surge el dilema de siempre: cómo se reparte el aumento de los precios en las tiendas. Desde AVA en el Baix Maestrat, Eduardo Arín recuerda que los precios «van de arriba abajo», por lo que son los productores los que suelen sufrir el impacto de los costes, «hasta que no haya una regulación justa de la cadena alimentaria». Sobre la sequía, destaca que perjudica «a cualquier tipo de cultivo, porque la lluvia limpia la planta y hace que absorba más nutrientes que solo el goteo».
Crisis de la cereza
La sequía no es más que la puntilla a un mal año para la cereza, una de las frutas estrella de la temporada estival.
El presidente de la cooperativa de Salzadella, José Luis Vilaplana, indica que la cosecha de este año «será muy mala, pero no por la sequía, sino por el mal tiempo que hizo meses atrás», con lluvias y frío. Una adversidad que se une a la vivida ya en el pasado año.
Malas perspectivas en el secano
Los cultivos de verano tienen garantizada la próxima cosecha, al menos en lo que a recursos hídricos se refiere, aunque la falta de lluvias ya ha tenido un efecto adverso en el interior, donde dominan explotaciones como los olivos y la almendra, que para producir de forma adecuada necesitan un apoyo puntual de las lluvias que en estos momentos está casi ausente. En el final del invierno y los primeros compases de la primavera hubiera sido muy conveniente recibir lluvia, pero se teme que la cosecha sea tan mala como la del pasado verano, debido al extremo calor.
Desde la Unió de Llauradors se expuso que en los meses anteriores se había dado una buena floración, pero la ausencia de lluvias hace temer que el árbol tire el fruto» antes de que se pueda cosechar. Es el mecanismo que tienen estos árboles para poderse salvar en épocas de pocas lluvias como la actual.
A esta adversidad se une la ganadería, también muy presente en las localidades del interior, ya que por una parte los animales tienen que beber del agua que facilitan cubas, porque las balsas naturales se encuentran secas. Los pastos para alimentarles también están bajo mínimos, por lo que los costes se elevan.
En cuanto a la citricultura, hay agua garantizada, pero se necesita la lluvia en estas semanas para garantizar un calibre adecuado cara al otoño.
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