educación

El milagro del IES Bovalar

El instituto de Castelló que dirige Toni Solano se ha convertido en un referente educativo

El centro se distingue por no mandar deberes

Fachada del IES Bovalar. Imagen de archivo.

Fachada del IES Bovalar. Imagen de archivo. / OMAR ARNAU

Gonzalo Sánchez

Toni Solano es director de un instituto «marginal», o como se le conoce técnicamente «de especial dificultad». Cuando llegó a la dirección en 2016 la situación era la siguiente: «Teníamos seis clases de 1º de ESO, pero solo tres de 3º. La mitad de los alumnos habían dejado de estudiar por el camino. Era descorazonador ver cómo en segundo de la ESO se iban vaciando las clases porque los estudiantes dejaban de venir. En Bachillerato solo había un grupo y era de 15 personas», recuerda. El fracaso escolar era la tónica en el centro, y era conocido por ello. Entonces tenía 400 alumnos, siendo la capacidad para 600. 

Hoy, al IES Bovalar de Castelló se le conoce por todo lo contrario. Es un instituto con una excelente reputación en la capital de la Plana, y ahora su problema es el contrario, está tan cotizado que sufre de masificación: 900 alumnos el curso pasado. 

Referente educativo

Solano cogió un instituto con mala fama y lo ha convertido en un referente por sus buenas prácticas y por la calidad de la educación que da. No es casualidad que este docente sea una de las voces más autorizadas de España en el tema de la segregación educativa y estudiantes vulnerables. 

¿Cómo lo hizo? Para Solano hubo dos pilares clave. Primero, el centro cambió de ubicación a una zona mejor situada dentro de la ciudad. Esto fue en 2010, y Solano no llegó a ser director hasta 2016, sin embargo reconoce que la localización nueva ayuda a mejorar la imagen del instituto castellonense.

Antonio Solano 8 Director del IES Bovalar y experto en segregación escolar.

Antonio Solano 8 Director del IES Bovalar y experto en segregación escolar. / Mediterráneo

Menos deberes, más enseñar

Pero lo más importante fue lo que ocurrió dentro del aula. Solano redujo drásticamente la cantidad de deberes que mandaba a sus alumnado. Había que cambiar la forma de dar clase: «Cuando estás viendo que tus alumnos no disfrutan las clases, y que constantemente están dejando de venir y acaban por no volver te preguntas ¿El currículo escolar está bien? ¿Tenemos que seguir limitándonos a leer el libro en clase?». 

Solano decidió que no, y apostó por una educación más moderna, con nuevos enfoques y más atractiva para los alumnos. «Ellos y ellas tenían que ver que la escuela les iba a servir para la vida», ese era el objetivo de Toni Solano. Potenció la práctica, trabajar en grupo y por proyectos, y los contenidos pegados al día a día y a lo tangible, para que el alumnado viera su utilidad. Y el alumnado respondió quedándose en el aula. Las cosas fueron cambiando. 

Curiosamente toda esta forma de enseñar que implementó Solano en 2016 y que tan buenos resultados ha dado es la que ahora ha llegado a toda España gracias a la última ley educativa (Lomloe). Es la educación por competencias, y ya llevaba algunos años de rodaje en Europa. En cierta forma, Solano se adelantó a su tiempo. 

La primera decisión fue reducir al mínimo posible los deberes (como plantea la Lomloe). «Nuestros alumnos eran muy vulnerables, no tenían padres con conocimientos para poder ayudarles, muchos no tenían ordenador en sus casas, ni un cuarto tranquilo donde poder hacer los deberes, o ni siquiera tiempo porque tenían que cuidar de sus hermanos pequeños mientras su familia estaba trabajando. Entendimos eso», explica Solano. 

También comprendieron que los chavales son responsabilidad suya, al menos en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). «Es nuestra responsabilidad que salgan del instituto con 16 años y una serie de conocimientos, y tenemos que dárselos, no mandarles tareas que sabemos que no pueden hacer para casa. Decidimos que en clase, con supervisión del profesor, se haría la mayor cantidad de trabajo posible. Esto no significa que dejáramos de mandar deberes, solo lo imprescindible o como tarea de ampliación», cuenta Solano. Está acostumbrado a tratar con alumnado vulnerable y sabe lo que necesitan, por eso aboga por una reforma de la educación para que estos niños y niñas no acaben fracasando. 

La responsabilidad docente

«En muchos casos se culpa al alumnado repetidor de su situación porque ‘no se esfuerza’ o no le ha dado la gana estudiar o porque ‘es un vago’ y esto me parece algo terrible. La mayoría de docentes se sienten responsables de los éxitos de sus estudiantes, pero piensan que no tienen nada que ver en los fracasos y echan la culpa al alumno. Pero son ellos los que han fallado. Porque ellos son los responsables de que esa persona apruebe», critica Solano. 

Pese a los esfuerzos que realizan los profesores, no es tan sencillo. Las elevadas ratios a las que se enfrentan en las aulas provocan que los docentes no tengan tiempo para dedicarse a los estudiantes que tienen más dificultades y que le cuesta más sacar adelante las asignaturas. «No es que se deje de lado al repetidor, es que es necesario bajar las ratios para dar una mejor educación», cuenta el director.