La solución más efectiva y barata sería que dejara de tirarse ese material a los váteres

El polémico origen del vertido de toallitas a un barranco de Nules

La red unitaria de saneamiento tiene un aliviadero autorizado en la Serraleta

Salida de uno de los colectores de aguas pluviales. A la izquierda, tras el vertido y a la derecha, semanas después, tras haberlo desobstaculizado.

Salida de uno de los colectores de aguas pluviales. A la izquierda, tras el vertido y a la derecha, semanas después, tras haberlo desobstaculizado. / Mònica Mira

El Ayuntamiento de Nules ya ha identificado cuál es el origen del vertido de toallitas que, tras las lluvias torrenciales del pasado 11 de noviembre, pudo detectarse en el barranco de la Serraleta y, en consecuencia, en la playa. Los responsables del preocupante problema medioambiental son los ciudadanos que siguen tirando por el inodoro este producto higiénico, según advierte el concejal de Medio Ambiente, César Estañol.

Las toallitas no deben desecharse por el váter. La afirmación no tiene matices y tanto autoridades como especialistas llevan años alertando del grave perjuicio que el desoír esta indicación está generando, en especial en las infraestructuras de depuración de aguas residuales. Partiendo de esa base, el porqué toda esa cantidad de material ha acabado en la Serraleta y en el mar y no en la depuradora tiene que ver con el sistema unitario de alcantarillado con el que cuenta la localidad. 

¿Qué significa eso? Según describe Estañol, la red de saneamiento y la de recogida de pluviables --a excepción de las aguas superficiales que se evacúan por los imbornales-- es la misma y tiene una única conexión con la depuradora municipal, la que desemboca en el colector que también recoge las aguas de la Vilavella y que transcurre de forma subterráneo por el cauce del barranco.

Al tener conocimiento del vertido, el Ayuntamiento ordenó que se limpiara la zona antes de esclarecer el origen.

Al tener conocimiento del vertido, el Ayuntamiento ordenó que se limpiara la zona antes de esclarecer el origen. / Mònica Mira

Aliviadero autorizado

En circunstancias normales, todas las residuales de Nules se canalizan a través de una gran tubería hasta la EDAR sin inconvenientes ni fugas. La contaminante excepción aparece cuando llueve de manera torrencial. Explica el edil que, para evitar que el municipio se inunde o que las residuales acaben saliendo por alcantarillas o incluso viviendas cuando se registran trombas de lluvia como las del pasado mes de noviembre, con la autorización de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), esa canalización tiene un aliviadero (como puede verse en la imagen) que permite evacuar lo que el sistema no puede soportar: aguas residuales y de lluvia mezcladas. 

Reconoce que eso supone vertidos de aguas fecales puntuales, «pero están muy diluidas, tanto que no son sanitaria ni medioambientalmente preocupantes, y se hacen analíticas para constatarlo». Como el material sólido discurre por el fondo acaba en la EDAR. Cosa distinta es lo que sucede con las toallitas, porque flotan.

«Si en la red de saneamiento solo hubiera materia orgánica, como debería ser, no habría ningún problema», incide Estañol. Pero las residuales rebosan toallitas. El problema es de tal calibre y gravedad que, «no sabemos cuándo», se retiró una reja que hacía de filtro de la tubería de la red de saneamiento que llega a la Serraleta, «porque se embozaba».

Inversiones posibles

Una actuación que paliaría en parte estos vertidos sería, según el edil, «separar las redes de saneamiento y pluviales de todo el pueblo», y crear una conexión directa de la primera a la depuradora, lo que requeriría una importante inversión, que no está prevista a corto ni medio plazo. La opción de colocar filtros para retener las toallitas no es viable «porque provocaría embozos». Defiende que la alternativa más efectiva y barata sería que dejaran de tirarse al váter las toallitas. 

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