Molés, profeta en Benassal

El popular periodista taurino recibió un sentido homenaje de un pueblo con el que le une un idilio especial

Molés salió a saludar y recibió una gran ovación del pueblo entero

Molés salió a saludar y recibió una gran ovación del pueblo entero / ARCHIVO APLAUSOS

Jorge Casals

Benassal y su coqueta plaza de toros fueron durante muchos años parada obligada para las grandes figuras del toreo. En concreto, desde 1981 hasta 2003, periodo en el que su festival taurino cobró protagonismo con la ayuda inestimable, ferviente y desinteresada del reconocido periodista y crítico taurino Manolo Molés.

Su implicación fue absoluta, hasta el punto de que por esta plaza pasaron todas las figuras, a pie y a caballo, del momento. Incluso reaparecieron para la ocasión viejas glorias, dándole así mayor rango de acontecimiento. 

No había nadie que se negase a torear en este pueblo en plena temporada septembrina. Tanto peso tenía, que llegar a hacer el paseíllo en una fecha tan señalada era motivo de orgullo, conscientes de que solo los grandes tenían cabida en este festejo.

El club taurino que lleva su nombre reconoce  la categoría que le dio a este festejo

El club taurino que lleva su nombre reconoce la categoría que le dio a este festejo / ARCHIVO APLAUSOS

Ahora es el pueblo de Benassal quien ha devuelto al artífice de aquella época dorada, Manolo Molés, todo ese cariño que el popular periodista derramó durante más de dos décadas para colocar este municipio de l’Alt Maestrat en un lugar de privilegio del mapa taurino.

El Club Taurino que lleva su nombre le rendió un sentido y caluroso homenaje, justo cuando se cumplen 20 años del último festival que organizó. Volver a ver a Manolo Molés pisar la arena que tanto ensalzó a través de los medios de comunicación, donde fue un primer espada, resultó muy emotivo.

La plaza en pie le arropó en una calurosa ovación en la que se podía sentir el agradecimiento de todo un pueblo que le continúa queriendo. No en vano, Manolo tiene allí una calle a su nombre.

Además de presenciar el espectáculo El toro y la luna, el crítico taurino fue protagonista de un coloquio junto al torero ondense Paco Ramos y miembros de su club taurino, que congregó a más de 350 personas en la propuesta.

Un ejemplo de que la llama de la afición sigue viva y del interés que siempre despierta un comunicador de primer nivel como el mismo Molés. 

Baraja de figuras

Todas las figuras se anunciaron en Benassal. Todas. El poder mediático de Manolo era tal, que no valía un no por respuesta. Recuerda el propio periodista que hasta Joselito, que fruncía el ceño cada vez que se lo recordaba, acabó vistiéndose de corto en su época más esplendorosa.

Dos clásicos, Ortega Cano y Espartaco como grandes figuras del toreo

Dos clásicos, Ortega Cano y Espartaco como grandes figuras del toreo / ARCHIVO APLAUSOS

Todos los ases de las décadas de los 80 y los 90, incluso José Tomás, que toreó con Enrique Ponce en un cartel que ahora mismo sería impensable, lograban llenar hasta los tejados la singular plaza del municipio. 

La relación con Benassal del crítico taurino de les Alqueries viene de muy atrás. Allí pasaba los veranos junto a su abuelo, destacado exportador de naranjas, quien tomaba fuerzas en el balneario antes de la campaña de cosecha. 

El idilio siguió hasta que un año, alguien le lanzó un «¿no serías capaz de que torease en Benassal este torero?». Manolo fue capaz de llevar a aquel torero y a todos los que le propusieron, año tras año, hasta 22 temporadas consecutivas.

La lista es interminable, pero cabe destacar algunos más importantes como Emilio Muñoz, los Campuzano, El Litri, Víctor Mendes, Dámaso, Ortega Cano, Joselito, Antoñete, Manzanares, Curro Vázquez, Roberto Domínguez, José Tomás, Niño de la Capea, Emilio Muñoz, Rafael de Paula, El Soro, Jesulín, César Rincón, Chamaco, El Juli, Cristina Sánchez, Alberto Ramírez, Castella, Morante, Aparicio, o Espartaco.

También rejoneadores como Álvaro Domecq, Ginés Cartagena, Manuel Vidrié, Fermín Bohórquez o Pablo Hermoso de Mendoza.Y muchos más que, de manera desinteresada, sin cobrar ningún honorario, se jugaron la vida para crear arte ante el pueblo de Benassal, aquel que Manolo Molés se empeñó en hacerlo grande en el toreo.