LA VENTANA DE LA UJI

Día mundial de la salud, por una salud inclusiva

La Organización Mundial de la Salud alerta de que los problemas de ansiedad y depresión a nivel global habrían aumentado un 25%

Cristina Giménez García

Cristina Giménez García

Con motivo de la Conmemoración del Día Mundial de la Salud de 2023, la situación global de la salud nos plantea, como mínimo, las mismas cuestiones que se plasmaron hace más de tres décadas. En la Carta de Ottawa, en 1986, ya se formulaba el propósito de la salud para todos y todas, aunque entonces se fijó el reto para el año 2000. No hace falta gran esfuerzo para ser consciente de que aquel objetivo no ha sido alcanzado y que este momento de la historia nos plantea, si cabe, retos más complejos. Ante ellos nos cuestionamos, como hicieron hace décadas, cómo mejorar aquellos determinantes que repercuten en la calidad de vida de las personas.

La respuesta a esta pregunta es compleja y, como anticipó el informe de Lalonde (1974), va más allá del trabajo en el ámbito biomédico. De hecho, tal y como ha demostrado la literatura científica, cabría englobar otros determinantes tan diversos como el entorno ambiental y las desigualdades socioeconómicas, la gestión de los servicios sanitarios o los estilos de vida.

Cada vez existe más evidencia que explica cómo aquellas personas que conviven con mayor contaminación lumínica y ambiental parecen tener más problemas de sueño o aquella población infanto-juvenil que reside en barrios más empobrecidos y con mayor violencia social, tiene más probabilidad de experimentar problemas como las apneas obstructivas del sueño; además de tener mayores dificultades para cuidar su salud, por ejemplo, a través de la actividad física y la alimentación adecuada. Estos fenómenos ya se mostraron desde inicios del siglo XIX con estudios que relacionaban las deterioradas condiciones laborales del sector textil y minero con el incremento de las enfermedades, así como lo hicieron con el hacinamiento, la carencia de agua potable y las escasas condiciones higiénicas de los núcleos industriales construidos para la población trabajadora.

Así pues, parece que la realización de estilos de vida saludables no depende únicamente de variables personales como la motivación, el conocimiento o las habilidades, sino que también se necesita un entorno ambiental que permita a las personas aprender, iniciar y mantener estos cambios en sus comportamientos cotidianos. Esto parece particularmente difícil para aquellas personas que, tradicionalmente han sido infrarrepresentadas en las investigaciones sociosanitarias y excluidas de las tomas de decisión, conviviendo con un doble o triple estigma social por motivos como el género, la orientación sexual o su etnia.

La detección precoz

Este estigma que cala en las calles es el mismo que impregnaría los servicios de atención sociosanitaria y, en consecuencia, dilataría procesos tan fundamentales como la detección precoz de los problemas de salud, complicando el desarrollo de planes terapéuticos apropiados. En este punto, cabría cuestionarse si el papel del sistema sanitario, en cuanto a su cobertura y eficacia, tendría un mayor protagonismo que el que planteó el propio informe Lalonde. En el caso de la salud mental, por ejemplo, la OMS alerta de que los problemas de ansiedad y depresión a nivel global habrían aumentado un 25%, sin embargo y según indica el Colegio Oficial de Psicología, la ratio de profesionales en el Sistema Nacional de Salud resulta insuficiente, siendo tres veces inferior al de la media europea.

Así pues, una vez más, la Conmemoración del Día Mundial de la Salud parece recordarnos la importancia de las personas como agentes de cambio, pero también la relevancia de atender otros factores socioeconómicos que faciliten la construcción de entornos salutogénicos que permitan a las personas, desde la corresponsabilidad, ejercer conductas saludables que mejoren el bienestar individual y social. Para ello, resultará fundamental que la ciudadanía, pero también los agentes sociales y gubernamentales, apuesten por un cambio sostenible e inclusivo.

UJI Hàbitat Saludable