A FONDO

Mossén Guillermo, otro ángel de la guarda

En Vila-real contamos con muchos referentes y, sin ninguna duda, él es uno de ellos

José Benlloch

José Benlloch

La Iglesia celebra el 2 de octubre el día de los Santos Ángeles Custodios, los llamados ángeles de la guarda. Así me referí a nuestros policías nacionales el miércoles en el acto oficial de nuestra comisaría, el mismo día que perdíamos en la tierra a nuestro Hijo Adoptivo mossén Guillermo Sanchis y ganábamos, junto a Dios en el cielo, un nuevo ángel de la guarda.

Lo dije ya en un artículo anterior, refiriéndome, desde el cariño y la gratitud, a quienes nos dejan cada día para vivir la vida eterna: hay personas cuyo paso por este mundo, desde la humildad, el esfuerzo y el compromiso, constituye un ejemplo de vida y un espejo en el que mirarnos para trabajar día a día por una sociedad mejor. En Vila-real contamos con muchos referentes; personas que desde la estima por su pueblo y sus gentes han hecho posible una Vila-real que cada día es más ciudad, con corazón de pueblo. Sin duda alguna, mosén Guillermo es uno de ellos.

Mossén Guillermo, el cura de Vila-real, el cura del Villarreal.

Genio y figura, como le gustaba definirse. Valiente, siempre dispuesto a ayudar, a pensar en el otro, a ponerse en su sitio. Ha sido un personaje sin el cual no se entendería la historia de los últimos 50 años en Vila-real.

No tengo espacio para extenderme, en las pocas palabras que puedo dedicarle aquí, en todo lo que mossén Guillermo representa para nosotros y que nos llevó a reconocerlo como Hijo Adoptivo de Vila-real ya en 2006. Tendremos ocasión de extendernos sobre su vida, contribución al progreso de nuestra ciudad y a la educación y la vida parroquial en su querida Santa Sofía, en el homenaje que le organizaremos. De su trabajo en Cáritas, en el colegio Bisbe Pont, Els Lluïsos, de su lucha contra los devastadores efectos de la droga, contra el hambre en el mundo junto a Manos Unidas, o de su labor docente como profesor de Religión en nuestro instituto Francesc Tàrrega y en la Consolación, entre muchas otras causas que siempre defendió y practicó.

Seguir el evangelio

Ayer, en el funeral de despedida oficiado en Santa Sofía por el obispo, monseñor Casimiro López, me sentía en paz. Triste de cuerpo, pues somos humanos, y feliz de alma. Porque sé que él ha vivido feliz, y era consciente, cumpliendo con su misión. No en las misiones en países remotos, como me explicaba que le habría gustado también ayudar. Lo hizo con los de al lado, porque en todas partes hay necesidad y motivos para la ayuda, para seguir el evangelio.

Hace pocos días tuve la ocasión de visitarle en casa, de charlar con él un ratito, de hacerle alguna broma y contestar a algunas preguntas y preocupaciones que me trasladó, y que espero poder interpretar y estar a la altura. Le puse, según me indicó, en su débil muñeca izquierda un cordón de San Pascual con una medallita con un trocito de tela tocada con los restos de nuestro patrón que me habían regalado nuestras hermanas clarisas de San Pascual.

Los últimos días me interesé por él y el día anterior hablé con su hermana, Amparo, que me trasladó que quedaba ya a la espera de lo que Dios dispusiera. Pocas horas después partía en su compañía.

Otro ángel de la guarda, que lo ha sido también en vida, dejándose la piel. Y lo seguirá siendo desde el cielo porque, a través de su legado, de su obra y de sus valores, jamás morirá entre nosotros.

Me consta el cariño y cuidado con el que le han tratado en los últimos tiempos sus familiares, la gran familia de la parroquia de Santa Sofía y su colegio Bisbe Pont.

Ya descansa en Picassent, su pueblo natal que siempre llevó en el corazón, junto a sus padres.

«Quién nos iba a decir, alcalde, que nosotros podríamos hablar con el Santo Padre». Esto me decía en el viaje a Roma con el equipo en 2017. Pues así fue. Él disfrutó, porque hacerlo junto a su equipo del alma, el Villarreal CF, multiplicaba la emoción del momento.

Que nuestra querida Mare de Déu de Gràcia, como me pedía siempre que la llamáramos, y la Mare de Déu de la Vallivana de Picassent le acojan en su compañía. Descanse en paz, mossén Guillermo.

Alcalde de Vila-real

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