la firma del director

Efectos de la polarización

Ángel Báez

Ángel Báez

Suele suceder que cuando se estira por un lado de la cuerda, se tensiona el otro extremo. Es la búsqueda del equilibrio que nos marcan las leyes de la naturaleza. Y suele ocurrir que en política, una sobredosis de las posiciones más escoradas tiene una correspondencia en los dos extremos. Es lo que pasa con la polarización de las ideas y las ideologías, que nos aleja de las posiciones centradas.

Lo que viene ocurriendo estos días al otro extremo del Mediterráneo es la consecuencia de esa polarización en medio de un conflicto tremendamente enquistado en el que, en ambas partes, el poder está en manos de las facciones más enconadas. El resultado no es otro que una larga serie de atropellos que tienen en la población civil su principal víctima. Y el problema no tiene visos de solución en una franja superpoblada y demasiado vulnerable a los excesos de sus gobernantes y a la incapacidad de mediación exterior. Es un ejemplo claro de las consecuencias de esa polarización que juega con demasiada frecuencia con las cosas del comer y conjuga sin ningún disimulo con el verbo aniquilar. Y de eso se habla estos días mientras un ejército de civiles pasan a engrosar la larga lista de daños colaterales.

Más acá, en plena Europa, esa situación se manifiesta no con tanta bravura, pero es evidente la falta de respuesta ante tantos desmanes precisamente por una polarización que se ha instalado en un continente lleno de facciones, nacionalidades y sensibilidades que les impide, apenas, una leve unidad política que le permita la mediación de conflicto. H

Suscríbete para seguir leyendo