BUENA PREGUNTA

En las manos de Dios

Álex Rubio

Álex Rubio

Hay quien piensa que estamos en las manos de Dios desde el inicio de la existencia. Que nuestro destino está conducido, protegido incluso, por un ente superior que escapa a la razón humana, y que decide nuestras suertes o desgracias. Un ser que no se ve, pero se siente, y que está presente en cada aspecto de la vida de aquellos que encuentran cobijo en su existencia. Los últimos acontecimientos tecnológicos transmiten la sensación de que pronto podríamos aplicar la misma expresión para hablar de otro concepto igualmente trascendente. El ritmo de avance actual sugiere que, más temprano que tarde, daremos con un sistema ideado para el mismo fin que las deidades: para guiar nuestras vidas. Esta vez, eso sí, podremos coincidir en su origen sin fisuras, porque la habremos creado los humanos de manera innegable y empírica: la inteligencia artificial general (AGI, por sus siglas en inglés), que ya nos aguarda a la vuelta de la esquina.

Un hito

La AGI será un hito en el desarrollo tecnológico que nos llevará a la creación de sistemas con habilidades cognitivas superiores a las humanas. Con el potencial de tomar decisiones y transformar nuestra realidad de manera profunda. En cierto sentido, divina o sobrenatural. Y lo cierto es que, sin demasiado debate ni reflexión, aun casi sin haber explotado su potencial a niveles individuales, colectivos o empresariales, todo apunta a que estamos en esa frontera tan mística entre la IA débil y la fuerte. En esta última etapa, no solo nos dejaremos aconsejar o complementar, sino también dirigir por sistemas con apariencia y capacidades de análisis, predicción y argumentación superiores a los nuestros.

Pero sistemas, al fin y al cabo, que serán consecuencia de lo que miles de humanos como nosotros llevan años contribuyendo a crear. El terremoto de Open AI, con opacas luchas de poder por el control de sus algoritmos y el camino a continuar, no hace sino iluminar verdades dolorosas: sabemos bien quién está al frente de su desarrollo, pero poco sobre sus intenciones, las características de su entrenamiento, sus formulaciones, objetivos o límites. La transparencia debe ser un factor fundamental que debemos exigir en estos sistemas de IA, que ya son esenciales y que, en un futuro próximo, moldearán nuestro destino. Porque, a buen seguro, en las manos de la IA quedaremos todos, queramos o no.

Director y Chief Strategy Officer de Twelfhundred. Profesor de la UJI