AL CONTRATAQUE

El silencio del cauce

No canta ni habla nuestro Riu Sec, aunque, de forma irregular y periódicamente, ruge

Paco Mariscal

Paco Mariscal

Que no, vecinos, que no. El Riu Sec no habla. El cauce seco que discurre por la Plana de Castelló no es metáfora o personificación de un elemento natural; no es literatura o prosopopeya alguna en estos discretos renglones, como sí lo es el río Duero en un famoso romance de Gerardo Diego. La corriente fluvial castellana era espejo donde se contemplaba la muralla desdentada de Zamora; el Duero cantaba penas, amores y cosechas mal logradas. El Riu Sec no habla ni canta. Guarda silencio cuando en sus márgenes se construye de forma anárquica, alegal y permisiva durante décadas; lo guarda también ante la demagogia de políticos locales --leáse Begoña Carrasco o Sergio Toledo, y hace unos años Amparo Marco--, quienes prometen poner un orden urbanístico en una zona, legalmente solo apta para el cultivo, que difícilmente puede tener un orden, puesto que éste lo impone la naturaleza. Nuestros experimentados labradores siempre advirtieron sobre los riegos de construir viviendas en las márgenes de nuestros cauces secos. Solían y suelen afirmar: «Els barrancs, rambles o rius secs, un día o un altre, li ensenyen a la gent els documents de propietat dels marges».

No canta ni habla nuestro Riu Sec, aunque, de forma irregular y periódicamente, ruge. Es fenómeno que acontece y que llegó casi siempre marcado por la desgracia o la tragedia humana. Ya hace más de 200 años lo dejó anotado algún cronista olvidado como el Pare Rocafort. Los rugidos de nuestro cauce seco se oyen «quan es mou el Gregal, esclata la tempesta i s’obrin les eixetes del cel plovent a cànters». Que de tal guisa describe las irregularidades meteorológicas por estos pagos mediterráneos Josep Pasqual Tirado, en prosa, y luego reprodujo, y en verso en su Triptic Casolà, el poeta local Miquel Peris i Segarra. Harto conocido es que con el cambio climático que sufrimos en la actualidad, los fenómenos naturales de carácter extremo, vienen a ser más frecuentes, y suelen ser más extremas las sequías, las temperaturas o las lluvias. ¿Queda algún vecino del Riu Sec ignorante de la realidad que a duras penas aguantamos todos? ¿Desconoce algún allegado de huerta o secano junto a nuestro cauce seco que la acción humana anda por medio de cuanto sucede o pueda suceder en Doñana o en el humedal castellonense?

Terrorismo

No ruge el Riu Sec de momento y por fortuna para todos. Los rugidos nos llegan desde otros ámbitos. Ahí tienen ustedes en política a la Extrema Derecha local, autonómica, hispana, y a la derecha extrema que anida en el PP, sin orden, ni concierto o, como indican los andaluces con gracejo «sin ataero ni po’l pescuezo», es decir por donde asir sus manifestaciones y posicionamientos. Lo último, los rugidos lanzados contra la noble, leal, honesta, humana y políticamente correcta, postura de los primeros ministros de Bélgica y de España ante lo que el mismísimo Papa de Roma, acompañado de judíos y musulmanes, ha calificado de terrorismo y no guerra, los dramáticos sucesos de la franja de Gaza. Terrorismo de los terroristas de Hamás y terrorismo de estado de Netanyahu. Los rugidos de las derechas extremas mezclan la diplomacia con el patrioterismo del gazpacho celtibérico ante la claridad con que actuaron un par de europeos, conocidos como Sánchez y Alexander De Croo. La mejor receta cívica para evitar el incomodo de esos rugidos, es seguir la pauta de nuestro Riu Sec marcada, excepto cuando llueve en exceso, por el silencio.