BABOR Y ESTRIBOR

La ignominia continúa en Suiza

Sánchez arrastra a millones de creyentes que justifican la mentira como arma profesional de la política

Basilio Trilles

Basilio Trilles

El regreso de la Brunete mediática viene siendo el argumento de barra de bar y redes inflamadas de ciertos obnubilados por el poder de seducción de Pedro Sánchez. Gente, alguna leída y también de buena fe, dispuesta a mantener inquebrantable apoyo, sin condiciones, a semejante aventurero/ególatra que lleva en su séquito del Falcon a una experta en imagen y colaboradora de unos centros de esteticien --Magdalena Pérez, por más señas-- supervisando las poses ante las cámaras. El propio Sánchez señala con el dedo a los sectores de la prensa que él y su aparato de propaganda califican como grandes cómplices de su inventada conspiración de los poderes de la derecha para segar la hierba debajo de los pies del inigualable político y escritor con negro.

El gran jefe poseído de dones sobrenaturales logra arrastrar a millones de creyentes capaces de justificar la mentira como arma profesional de la política. Nada importan los medios si el fin es mantener al ídolo. De esa guisa nos sorprende la estupefacción oteando el sufrido mundo de las redes, descubriendo posicionamientos de personas sin maldad que nos llevan a la intensa fiebre del populismo: «Queremos a Perón, aunque sea ladrón». Ahora encuentras lindezas tales: «Prefiero a un trilero y mentiroso antes de que vengan los fachas». Pero criatura, si Pérez Sánchez es socio, por supervivencia, de terroristas (Otegi jefe de ETA condenado en firme), independentistas golpistas (Puigdemont delincuente en busca y captura) y el pupurri de Sumar dirigido por la comunista Yolanda Díaz, camuflada de señora del barrio de Salamanca, tan embaucadora como su colega de intereses. Todos ellos compañeros de viaje a fuerza de chantaje, dispuestos a acabar con la unidad de España.

La negociación de los sanchistas y Puigdemont en Suiza está arbitrada por un mediador salvadoreño especializado en el conflicto de la banda armada FARC en Colombia. El tal Francisco Galindo es diplomático de un país que, cuanto menos, hace aguas en materia democrática, allí tendría trabajo a destajo. El hasta ayer presidente de El Salvador, provisionalmente dimitido merced licencia inédita otorgada por el Parlamento y avalada por el Tribunal Supremo que él mismo conformó, le permite hacer campaña para una reelección no prevista en la Constitución antes de que Nayib Bukele llegara al poder, ahora cedido a su secretaria. Maniobras similares a las empleadas por Juan Orlando Hernández en Honduras y Daniel Ortega en Nicaragua, para perpetuarse. Solo falta que el segundo verificador secreto de los pactos entre Puigdemont y Sánchez sea Delcy Rodríguez, mano derecha de otro dictador democrático, el camarada Nicolás Maduro, íntimo de Zapatero.

Prensa hostil

Volviendo a la Brunete mediática. Ayer debió de ser un mal día para aquellos bienintencionados abrazados al puño y la rosa, que en las últimas semanas han dudado de los titulares de la por ellos considerada prensa hostil al presidente Sánchez. La portada de El País seguro que resultó un jarro de agua glacial: «Un 60% de los españoles cree que la amnistía es injusta y un privilegio». Ítem más: «La derecha alcanzaría la mayoría absoluta». Todo ello según encuesta de la empresa demoscópica 40DB para el Grupo Prisa, que también reprodujo la Cadena Ser. El domingo, Emiliano García-Page dijo en La Sexta que en la investidura de Pedro Sánchez habría renunciado al acta de diputado para no votar a favor. El barón socialista de Castilla-La Mancha mostró serias dudas sobre la duración de la legislatura, supeditada a las exigencias del prófugo y las cesiones de Sánchez. Al respecto fue diáfano: «Veo dos momentos distintos: una parte hasta que Puigdemont pase por La Junquera tranquilamente y otra cuando ya esté aquí». La ignominia continúa.

Periodista y escritor