a quemarropa

A enemigo que huye, puente de plata

Pablo Sebastiá

Pablo Sebastiá

El refranero español es una fuente inagotable de sabiduría. Una guía, un camino a seguir cuando la realidad se impone.

En el caso que nos ocupa, y para dejar bien claro a qué me refiero con el título de hoy, cabe recordar que esta semana ha dicho adiós a la política valenciana (o hasta luego, porque eso nunca se sabe) el expresidente Ximo Puig. El molt honorable Ximo Puig.

Puig ha sido el mejor expresidente que ha tenido esta tierra, cargo que ha ostentado desde el primer minuto de su mandato, pues nunca actuó como el presidente que merecíamos los valencianos. Siempre estuvo, como suele decirse, de vuelta de todo. Permitió que dos grupos absolutamente minoritarios dominaran el panorama político y administrativo durante ocho largos años. Consintió que Compromís y Podemos le enmendaran la plana a los socialistas una, y otra, y otra vez. Y si los altos cargos del PSPV lo toleraron de manera absolutamente vergonzosa fue por dos razones: Por miedo a perder sus poltronas (ya saben, queridos lectores, aquello de que el que se mueve no sale en la foto) y por el desánimo que les producía verse abandonados a su suerte por un líder que siempre pretendió nadar y guardar la ropa. Por todo ello, durante ocho largos años la Comunidad Valenciana no le ha importado nada a nadie en Madrid. Por eso, durante ocho largos años, las importantísimas inversiones que necesitaba esta tierra estuvieron paradas. Por eso, durante ocho largos años, Valencia no ha hecho otra cosa más que bajar escalones en lugar de subirlos.

Pues bien, la realidad se impone y si Ximo Puig quiere marcharse a París como embajador español ante no sé qué organismo internacional obsoleto no queda otra más que ponerle un puente de plata.

*Escritor