sin reservas

Cada uno a su manera

Javier Andrés

Javier Andrés

Lo escuché en televisión pocos días antes de Navidad e, instintivamente, miré la hoja del calendario. Y no estábamos a 28 de diciembre, por lo que no se trataba de ninguna inocentada. Me refiero a la declaración del diputado Miguel Barrachina diciendo sin rubor que Carlos Mazón ha conseguido en cuatro meses lo que el president Ximo Puig no había logrado en ocho años. Se refería a la ampliación del puerto de València que, a su sabio entender, ha sido un logro ejemplar de su jefe de filas. Pregunté a continuación si sus señorías populares habían celebrado ese día la tradicional comida de Navidad. Porque solo bajo los efectos del espumoso de Requena, nunca del cava catalán que para eso está Vox sirviendo en la Mesa, se pueden alcanzar esas cotas de euforia y hooliganismo parlamentario.

Pues ni gracias a Mazón ni gracias a Óscar Puente, el ministro recién aterrizado. La realidad es que el gobierno de Puig, pese a la legítima y dura oposición interna de sus socios que nunca apostaron por ese proyecto, trabajó bastante más que el entonces presidente de la Diputación de Alicante para que el gobierno central aprobara la obra de ampliación del puerto de València. Aquellos días Mazón andaba más ocupado en criticar esa y otras muchas inversiones del ejecutivo de Pedro Sánchez que dejaban, en palabras suyas, a la provincia de Alicante «por segundo año consecutivo en último lugar en inversión per cápita». Entiendo que Mazón estaba en defender lo suyo, como debe ser, y quizás por eso no estaba con lo de la dársena valenciana o la millonaria inversión de Volkswagen en Sagunt, otro de los logros del presidente Puig.

Veremos lo que tarda Barrachina en ponerle también esa medalla a su superior. Ya lo ha hecho la consellera Núria Montes a propósito de las cifras sobre inversión extranjera en la Comunitat, que han crecido hasta los 2.470 millones de euros en el periodo de enero a septiembre de este año, que según la titular de Industria esa cifra récord se debe al efecto Mazón. Pues eso, de nuevo la vista al calendario… y tampoco. La desmemoria y la insolencia tienen estas cosas. Recordar como dejó el PPCV la inversión, la foránea y la propia, en esta tierra tras arruinar la imagen y la hipoteca reputacional de la comunidad produce sonrojo y desvergüenza. Lo que le podrían recordar Montes y Barrachina a su jefe es esa otra inversión de 240 millones de euros que el anterior Consell comprometió para construir el nuevo Hospital General de Castelló y que Mazón ha olvidado en sus presupuestos.

Por cierto, ayer pasé por la plaza Borrull y está quedando bien, muy bien. Será, como se dijo en su día, un edificio singular que dignificará una zona de la ciudad que había visto como las inacción del PP, en el ayuntamiento y en la Generalitat, llevaron a la absoluta degradación de un inmueble que en unos meses Castelló recuperará para sus vecinos. Mazón y Begoña Carrasco tendrán el honor de cortar la cinta, a ellos les corresponde, así como definir el uso que quieran darle, aunque ninguno de ellos creyera en el proyecto ni su partido apostara nunca por darle algún uso al antiguo Palacio de Justicia. Fue una apuesta personal del president Puig.

Ximo Puig se ha convertido, junto a Carlos Mazón, en uno de los protagonistas de la actualidad política, en clave valenciana, en este 2023 que acaba. El primero en la derrota y el segundo en su estreno como president de la Generalitat. Pese a mejorar los resultados electorales del PSPV en votos y escaños, la pérdida del Consell tras el pacto del PP con la ultraderecha, propició el fin del Botànic y el declive de una figura esencial para entender la política valenciana de las última décadas. El adiós de Puig está siendo ejemplar, como su carrera pública desde que en 1983 fue elegido concejal de Morella y diputado provincial. Para cualquier político alcanzar la alcaldía de tu pueblo y la presidencia de tu comunidad es un orgullo, y un honor, reservado a unos pocos elegidos. En la Comunitat algunos de esos privilegiados han convertido esa oportunidad en un deshonor hasta el punto de transitar desde la alcaldía de Benidorm a la cárcel de Picassent y convertir en un erial todo su legado. Se llama Eduardo Zaplana y es el paradigma de la corrupción como forma de hacer política para beneficio propio y de los suyos.

Cada uno a su manera. Los dos presidentes socialistas, Joan Lerma y Ximo Puig, salieron del Palau derrotados en las urnas pero con la cabeza alta y las manos limpias. De los cuatro populares Zaplana acabó entre rejas. Tras arruinar Bancaja, José Luis Olivas fue detenido por la UCO y condenado a año y medio de prisión, y a una multa de 151.800 euros por falsificar una factura para justificar un ingreso de 500.000 euros. Paco Camps sigue con lo suyo y la fiscalía lo señala como el paciente cero que ofreció a la Gürtel operar en esta tierra. ¿Y Alberto Fabra? Ni olvido, ni perdón. Yo fui uno de los damnificados por el dramático cierre de RTVV, que no será delito, pero fue una canallada.

¡Feliz Año Nuevo a todos!

*Periodista y escritor