BABOR Y ESTRIBOR

Naufragio en Costa de Morte

Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero se han vuelto a pegar un serio tortazo autonómico

Basilio Trilles

Basilio Trilles

La osadía taimada de timoneles obnubilados, personificada en Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, ha conducido a la nave sanchista al naufragio en la Costa da Morte. El hundimiento del Partido de los Socialistas de Galicia (PSdeG) viene a significar el suma y sigue en las incontestables derrotas sufridas desde la debacle socialista del 28M, partido ahormado a los intereses del jefe, versus Sánchez. En pelota picada a nivel territorial y sostenido en el Gobierno, pese a perder las elecciones del 23J, merced las cesiones en plan barra libre al independentismo cuyo fin es pulverizar la unidad de España y extinguir el Régimen del 78.

Sánchez y Zapatero se han vuelto a pegar un serio tortazo autonómico, en detrimento del Partido Socialista que sufre seriamente los efectos de la política personalista derivada en la peligrosa filosofía del sudapollismo y resumida en manido ejemplo del refranero español: «Ande yo caliente, y ríase la gente», paremia atribuida a Góngora que Cervantes reproduce en El Quijote. En la noche del domingo, pese a que las urnas dieron nueve diputados autonómicos al PSdeG frente a los 40 del Partido Popular, más el fracaso absoluto de sus socios de Sumar liderados por la gallega Yolanda Díaz, desde Ferraz ya nos obsequiaron con alguna perla cultivada en el taller de propaganda de la Moncloa, de tal guisa: «A pesar de que la izquierda crece y la derecha retrocede, no ha sido suficiente». Ese nuevo insulto a la inteligencia ciudadana provino de la portavoz federal del PSOE, Esther Peña, en una intervención de dos minutos sin admitir preguntas de los periodistas. El avance de la izquierda asegurado por Peña puede resumirse en hechos tangibles: Sumar y Podemos borrados del mapa autonómico gallego y el descalabro de la alternativa encabezada por Gómez Besteiro. El candidato socialista ha sufrido en sus carnes la política de pactos interesados de Sánchez. Horas después, tras la reunión de la ejecutiva federal, la portavoz de Ferraz compareció para decir: «Este PSOE no se esconde cuando tiene un revés» y acabó pidiendo tiempo para reforzar a Besteiro. Cuatro años van a tener. Sánchez ni asomó la nariz.

Estupefacción

Ayer, en crónica matinal a pie de calle, Ana Pastor respondía con visos de estupefacción a su pareja, García Ferreras, sobre el cambio de discurso del PSOE a los pocos instantes de conocerse el hundimiento en Galicia. Hasta el 18F el aparato sanchista y sus satélites mediáticos pusieron todo el esfuerzo en transmitir a la opinión pública que la jornada electoral del pasado domingo tenía especial clave nacional, advirtiendo que Feijóo se la jugaba. El argumentario socialista de inmediato dio un giro copernicano, abundando en la focalización regional de la convocatoria, desligando cualquier posible influencia con un escenario nacional. Es lo acostumbrado en Sánchez y su grey, duchos en utilizar el donde dije digo, digo Diego. Empero, un socialista de referencia ha enmendado la plana al aparato sanchista. Emiliano García-Page, barón sin domesticar, ha dicho alto y claro que los comicios gallegos «tienen un componente autonómico, pero el guiso era nacional. Si el PP no hubiese sacado absoluta estaríamos hablando de las circunstancias nacionales. El principio de la decadencia». El presidente de Castilla-La Mancha va más allá en la crítica a la cúpula de su partido, argumentando que desde el 2020 el PSOE vive un ciclo muy hostil que debería provocar una reflexión profunda, avisando seriamente: «Solo reflexionando se puede impedir que un ciclo se convierta en un ciclón».

Excepto Page nadie ha osado cuestionar internamente el estrepitoso fracaso gallego del dúo Sánchez-Zapatero, toda a campaña se dirigió desde Madrid. Atentos al ciclón electoral que presagia el distinguido socialista de Toledo.

Periodista y escritor