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Escotes y escaques

¿Es lícito aprovecharse del físico en ajedrez? Parece una locura, pero sucede en Youtube

Desde ya hace unos años, los canales de ajedrez en Youtube se han vuelto bastante populares. Lo que, así de entrada, suena a oxímoron. En castellano, uno de los mejores jugadores de España ha revolucionado el modo de retransmitir las partidas. Un poco como hiciera el malogrado Andrés Montes con el baloncesto primero y luego con el fútbol. La diferencia es que esos dos deportes ya eran de masas antes de su irrupción. Me refiero a Pepe Cuenca.

Destila originalidad, humor, gran intensidad; en definitiva, sus narraciones irradian frescura. También resulta llamativo eso que ellos llaman «ajedrez dicharachero»: grandes maestros jugando partidas rápidas contra aficionados a los que destrozan sin despeinarse. El peón Facundo, el ratatata, los potros… Hay más youtubers, con un buen puñado de seguidores: Reydama y sus «mate con tomate y aguacate», el Divisy, y, por supuesto, el más popular de todos, el enmascarado Rey Enigma.

Pero, recientemente, he visto el nacimiento y la rapidísima evolución de un nuevo canal en castellano. En unos meses, con menos de una docena de vídeos, ha alcanzado los cincuenta mil seguidores y ya se encuentra entre los mejores en esta lengua. El mismo canal en inglés roza el millón de suscriptores; palabras mayores pues está entre los diez más populares de ajedrez a nivel mundial. De hecho, casi alcanza a Magnus Carlsen, campeón del mundo hasta, literalmente, su propio aburrimiento (este año no se ha presentado a luchar por la corona por falta de motivación).

Hablo de Anna Cramling. Se trata de una buena jugadora, excelente. A usted y a mí nos ganaría con los ojos vendados y sin mover los caballos. Pero, a nivel mundial ocupa el discreto puesto 36416. Es la jugadora número 468 de Suecia, su país.

¿Por qué entonces ha logrado casi los mismos seguidores que el mejor jugador de la historia? Porque tiene todo lo demás: es muy buena divulgadora, se explica con coherencia y gracia, hasta el punto de que sus vídeos resultan amenos y entretenidos para jugadores de medio pelo como yo. También es modesta y analiza partidas en las que pierde; siempre habla con una permanente y pegadiza sonrisa, y, además de todo lo anterior, entre lo que quiero reiterar su buen desempeño en el tablero comparado con el noventa y nueve por ciento de la gente que mira sus vídeos, Anna Cramling es simple y llanamente una jovencita guapa, muy agradable de ver.

Yo desconocía que no es la única con características similares. De hecho, no es ni siquiera la más seguida. Ese honor corresponde a las hermanas Botez, Alexandra y Andrea. Hay más casos, como akaNemsko, Alessia Santeramoo y Anna Rudolf.

Todas ellas comparten juventud —recién empiezan la veintena—, buena apariencia y desbordan simpatía. También tratan, en cierta manera, de sacarle partido a sus atributos físicos.

Anna no solo muestra la cara cuando comenta partidas, sino que se graba de cuerpo entero. En algunas cabeceras de los vídeos aparecen las chicas con ropa muy, digamos, «veraniega», o hasta da la impresión de que no llevan nada.

¿Es lícito aprovecharse del físico en… ¡¡¡ajedrez!!!? Parece una locura esto. No voy a calentarme demasiado la cabeza sobre el asunto. Lo que sí observo es que funciona, de maravilla. Y a las pruebas me remito: las ajedrecistas que más suscriptores tienen en las redes sociales son todas ellas guapas. Muy guapas y jóvenes.

No parece ocurrir lo mismo entre los hombres, o tal vez sí. ¿Son Levy Rozman (GothamChess) y Haruki Nakamura guapos al nivel de sus compañeras? Me cuesta valorar la belleza masculina, la verdad; pero, desde luego, no salen ligeritos de ropa en sus partidas.

Editor de La Pajarita Roja