OBITUARIO

Luto en Castellón: Adiós a un extraordinario catedrático y hombre de paz

Fallece Manuel Irún Revest, intelectual castellonense de primer nivel

Manuel Irún Revest con su esposa, en Bilbao

Manuel Irún Revest con su esposa, en Bilbao

José María Arquimbau

José María Arquimbau

En la noche del pasado domingo recibí la llamada desde Bilbao, de Manu Irún, quien fuera jugador del Club Deportivo Castellón, que el pasado mes de febrero fue homenajeado con motivo del centenario del Castellón en un partido disputado en el Estadio Castalia, al que salió acompañado por su abuela materna, una “albinegra” de cien años de edad que hizo el saque de honor. A distancia, porque unos problemas de salud le impidieron estar en Castalia, se sintió orgulloso por ver de nuevo a su hijo en el Estadio luciendo la camiseta albinegra , al quien llevó de pequeño a un asiento de Torre en un partido Castellón-Real Sociedad en el que marcó Óscar Ferrero, cuando el Castellón estuvo en primera, puesto que esos dos equipos eran eran sus dos amores futbolísticos. En el mismo Bilbao, estando internado próximo a San Mamés, en un momento de mejoría le dijo al hijo que se fuera a ver el partido que jugaban el Bilbao y la Real.

Las llamadas inesperadas ya te imaginas que no te van a traer buenas noticias, y en este caso así era. Me llamó para comunicarme el fallecimiento de su padre, un gran amigo mío, Manuel Irún Revest, intelectual castellonense de primer nivel, perteneciente a una gran familia castellonense, puesto que era sobrino nieto de D. Luis Revest, uno de los personajes más influyentes en el nacimiento de la Sociedad Castellonense de Cultura y en la investigación de la historia de esta ciudad.

La amistad con Manolo Irún se remontaba a los años juveniles en el Instituto Francisco Ribalta, del que al cabo de un tiempo sería catedrático de Latín y Griego, aunque antes sería profesor en Almassora, Sagunto, y Burriana en cuyo instituto seria director, pasando ya al Ribalta donde desempeñaría cargos directivos incluido finalmente el de jefe de estudios en el que se jubiló. Cuando le felicité al llegar al Ribalta, me contó una anécdota con un catedrático y secretario siempre recordado del centro, don Eduardo Fernández que le dijo: “Manuel tenga en cuenta que los alumnos de ahora no son como eran ustedes”, refiriéndose a los problemas con que se podía encontrar.

Manolo Irún ha fallecido en Bilbao, donde se encontraba en un viaje con amigos del Ateneo y aunque tenía algunos problemas pulmonares nadie creía que tuviera este desenlace; incluso uno de los acompañantes, el doctor Ignacio Subias le estuvo atendiendo.

Miembro del Ateneo de Castellón

En la actualidad era miembro del Ateneo castellonense, encargado de la sección de historia y viajes, incluso tenía preparada una próxima conferencia. Manolo Irún no sólo fue un extraordinario catedrático de Griego, era un enamorado de Grecia y lo clásico, dónde estuvo infinidad de veces recorriendo todo aquél país.

La vida va de la esperanza al recuerdo, pero si uno tiene ciertas creencias, y Manolo las tenía, podemos observar como se va también del recuerdo a la esperanza dónde anida ya el alma de Manolo, allí donde sólo hay luz y paz.

Hombre de paz

Porque además de tantas virtudes como tenía Manolo, era también un hombre de paz, que nunca tuvo problemas con nadie, que fue adorado por sus alumnos y por sus compañeros. Era un hombre inmensamente bueno, lleno de dignidad, que irradiaba amistad por todos los costados.

Pérdida irreparable

La pérdida para los que hemos gozado de su amistad es una pérdida irreparable, pero mucho más para esa gran familia que creó con su mujer Rafi Molina, también catedrática de Química en el Ribalta, de la que nacieron tres magníficos hijos, Beatriz, Manu y Carla, a los que luego se han añadido los cinco nietos que tanta felicidad han proporcionado estos años al matrimonio; pérdida que se extiende también a sus hermanos Alfonso, Fina y Pilar, tan queridos por todos los que los hemos conocido.

En ese hogar, Manolo, no sólo se preocupó de la economía y de los estudios de todos sin presionar nunca sino con la reflexión por delante, sino que les inculco grandes valores humanos, de todo lo cual se sentía inmensamente feliz. Para todos sus recuerdos serán imperecederos. Los que estamos en el invierno de la vida tenemos claro el valor de las personas importantes que hemos conocido, porque nos han enriquecido, y Manolo era uno de los que ocupan un puesto de privilegio.