Las cuarenta

No hay amnistía que valga para los enemigos del CD Castellón

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

La admirable y admirada clasificación del CD Castellón y, sobre todo, el brillante nivel de juego exhibido, que refuerzan nuestras opciones de ascenso directo, han desatado la euforia en la grada con su dosis de perversa influencia en el césped. Tal es el espectáculo que los propios futbolistas, a veces, se recrean demasiado, se gustan, y acaban propiciando concesiones imperdonables como las del domingo pasado, favoreciendo los dos únicos goles a domicilio del Atlético Baleares hasta la fecha, y que no es que pusieran en duda la autoridad y dominio del partido, que nunca dejó de ser albinegro más allá del lógico empate a ceros inicial que se prolongó 27 minutos, y a doses durante 14 minutos, pero sí emborronaron la contundencia de un marcador que presumíamos de escándalo. Puede que por culpa de pensar en la cita de Ibiza antes de tiempo, a decir de los entendidos; y eso suele pasar factura cuando uno no cuenta con una plantilla de tanta calidad como la que dirige Dick Schreuder y a su indudable influencia anímica en el vestuario.

Sea como fuere, ni la presencia de un vicecolista, ni el siempre peligroso horario matinal cuando hay buen tiempo, impidieron que se reunieran más de doce mil espectadores --muchas más, como tantas veces he proclamado-- disfrutando de la magia del momento en prolongadas y animosas tertulias antes del partido. Muchos de ellos hacían gala en esos prolegómenos de sus conocimientos arquitectónicos dibujando en el aire el proyecto de ampliación de Castalia, otro signo del optimismo desbordante. A riesgo de romper la lechera, esa necesidad y su financiación parecen la mejor fórmula para prorrogar la cesión del estadio sin incumplir la ley.

Y hablando de leyes, en otro corrillo se comentaba la esperada noticia de la apertura de juicio oral contra los presuntos expoliadores de la SAD, que sentará en el banquillo el próximo 6 de febrero a 11 personas acusadas de perpetrar 60 delitos contra el Castellón, para los que el fiscal solicita penas que suman 80,5 años de cárcel y más de 7 millones de euros en concepto de responsabilidad civil. La demanda de la asociación de pequeños accionistas Sentimiento Albinegro cumple 11 años y medio, que es demasiado tiempo reclamando justicia como para no caer en la resignación o la estulticia, la misma en la que nadan los iluminados de twitter critican la pretendida nostalgia, ora de la denuncia ora de quien cumple con la bendita profesión de informar sin menoscabo de regocijarse todos con las sobresalientes campaña económica y deportiva actuales, sin patrimonializarlas como propias o exclusivas.

Decía el jurista Juan Bautista Alberdi que entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha que juzgar el pasado no es otra cosa que ocuparse del presente (dixit), y en esas estamos muchos, en una cruzada contra la aviesa campaña de desinformación que busca que nos olvidemos de los culpables de esa ruina que estuvo en un tris de hacernos desaparecer. Esa artera omisión se ampara hoy en los marcadores cobrados por el primer equipo, porque ya no le ha funcionado ese papel amnistiador --ahora que está tristemente de moda-- que se arrogaron, primero David Cruz y después Vicente Montesinos, incumpliendo la obligación de investigar aquellos delitos a cambio de mejores condiciones en sus respectivos contratos de compra-venta de las acciones en poder de García Osuna, Antonio Blasco, Jesús Jiménez y el resto de la banda.

Hasta el día en que se iniciará la vista oral, queda tiempo de sobra para que Bob Voulgaris y su equipo de Pitch32 tomen conocimiento de lo mucho que puede conseguir el Castellón más allá de los beneficios económicos, que Sentimiento siempre ha manifestado que le gustaría se destinaran a la futura y necesaria Ciudad Deportiva. Pero, de entrada, la sentencia podrá inmunizarnos contra caraduras, sinvergüenzas y vividores. Y nunca está de más recordarlo. Porque en un bando siempre figuró el Castellón y en el otro los que pretendieron hundirlo junto a quienes todavía alientan su perdón. Buscar otros enemigos es una excusa de necios y tapados a sueldo, de los mismos que reniegan de la experiencia que nos proporciona el pasado, ergo del dulce sabor de un ascenso con nuestros expoliadores entre rejas.