Opinión | A QUEMARROPA

El relevo en el IVC

El Instituto Valenciano de Cultura por fin tiene nueva delegada en Castellón. Se trata de Clara Gómez Mateu, licenciada en Derecho por la Universitat de València.

El caso es que Clara tiene por delante una tarea ingente. No sé si titánica, pero sí ingente. No la conozco, ni personal ni profesionalmente, así que no puedo hacer otra cosa más que desearle suerte y exigirle sacrificio.

Mantener la calidad de las representaciones, exposiciones y conciertos del Teatro Principal, el Auditorio, el Espacio de Arte Contemporáneo, el Museo de Bellas Artes y el Palacio de Congresos de Peñíscola implicará un gran esfuerzo por su parte y por la de su nuevo equipo técnico. Estamos acostumbrados a que estos espacios deleiten a propios y extraños con propuestas de gran calidad. Y es imperativo, además, que el nivel de mantenga e incluso que mejore.

Por otro lado, despolitizar el Instituto Valenciano de Cultura en Castellón no es un tema baladí. En ese sentido, el campo de mejora del IVC es abrumador. Clara debe tomar las riendas del asunto y no dejarse guiar por cantos de sirena.

Como decía al inicio de este artículo de opinión, le deseo toda la suerte del mundo a la nueva delegada y le pido, le exijo, más bien, que centre sus esfuerzos en una programación de calidad, apolítica, indiscutible, definitiva, racional, coherente, distinguida y con carácter.

Esta semana hay quien ha criticado su nombramiento por ser, solo, licenciada en Derecho. Bueno, el tiempo dirá si es válida para el cargo. Criticar su nombramiento por su titulación universitaria es maniqueo hasta la náusea. Como si un abogado, un arquitecto, un médico o un ingeniero no pudieran tener los arrestos necesarios para dirigir un instituto público de cultura o el criterio suficiente para hacerlo con acierto.

*Escritor